Aula virtual de Literatura 5 . Clase 6: El viejo y el mar. Obra cumbre del Premio Nobel de Literatura 1954

Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina, y arrollada, parecía una bandera en permanente derrota.
El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de esas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto.
Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el mismo color del mar y eran alegres e invictos…
La edad es mi despertador- dijo el viejo.- ¿Por qué los viejos se despertarán tan temprano? ¿Será para tener un día más largo?
- No lo sé- dijo el muchacho-. Lo único que sé es que los jóvenes duermen profundamente y hasta tarde.
De "El viejo y el mar" de Ernest Hemingway
(1952)
Víctor Abraham les saluda
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