La faceta del artista

Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l'archer

Charles Boudelaire. L'Albatros


I

De momento, yo no soy en suma ni la pequeña parte de lo que poseo, tampoco soy ni esa ínfima porción de quien he sido hasta hoy, sin embargo asumo que soy la parte más importante, diría hasta cierto punto esencial. Tal vez todos vean en mí a la persona que soy, pero lamento mucho decir que se equivocan. Muchas de las cosas que nuestros ojos ven no es siempre lo correcto. Todo cuerpo en el fondo guarda secretos mórbidos, que ni siquiera a su mismo redentor puede delatar o confesar. Todo ser humano tiene dudas tantas, como temores tantos que lo acechan a cada instante. Las apariencias encierran temporalmente esas sensaciones humanas de satisfacciones o penas. Con frecuencia he dicho, que de no ser por estas angustias y alegrías efímeras y circunstanciales en distintos espacios o tiempos, esta trascendencia, corta y equivocada al llamarla así, que conocemos muchos como ciclo vital no sería nada más que resonancias en un vacío sin eco. El eco es lo maravilloso porque retumba a pesar de ya no proferir palabra alguna.

***

No existen buenos, ni malos escritos, como tampoco creo que haya personas así. Las personas no se dan a conocer por lo que escriben (esto es un fiel artificio), sino por lo que piensan para sí mismos, a menos que sean tan honestos con su escritura y estén dispuestos a contar sus barbaries mentales con nombre y apellido. Es casi imposible esperar tal grado de honestidad de su parte. La razón, es porque sencillamente no son personajes del relato a menos que quieran serlo y formar parte del mismo. ¡Pobre de ellos si toman esta vía!. Las personas; sólo existen y punto. Existen quienes agolpan de palabras y expresiones abruptamente las portadas de los diferentes diarios locales cada día, debo admitir con noble aspereza que son ellos los importantes y conocidos, son quienes alcanzan notoriedad; aunque sus mayores indicadores de éxito, sean producto de la mediocridad circundante que cierne el contexto que les rodea. Por el contrario, existen también los no importantes, y no conocidos, quienes no alcanzan nada. Simplemente eso, sin desmerecer sus trabajos claro está, que son tan nobles como los primeros. Conozco a cientos de ellos. Algunos son mis conocidos, buscan sobrevivir solamente, ya que han perdido su esencia de vivir al tratar de buscar desesperadamente la fama. Entre sobrevivir y vivir hay mucha diferencia. Me atrevo a decir que Oscar Wilde seducido por la fama y el reconocimiento cayó en las banalidades, so pretexto de considerarse albacea personal de la pureza y encanto de la belleza; no fue sino años más tarde injustamente, claro está, pero que el mismo buscó, hasta cuando cayó en Reading (1) en que se sintió realmente sensible y humano hasta comprender la necesidad intrínseca de trascender por sus acciones más que por sus escritos. Me trae a la mente esta última afirmación que digo por: “De profundis” y “La balada en la cárcel de Reading”.

“Behind joy and laughter there may be a temperament, coarse, hard and callous. But behind sorrow there is always sorrow. Pain, unlike pleasure, wears no mask.” (2)

Como ya he dicho, corresponde al tiempo, y no al momento mediático dar la razón a los grandes artistas. Conocí a un poeta honesto que defendió mucho a estos nobles artistas, o seudoartistas, calificados así despectivamente por uno que otro bardo que tuvo éxito rápido y sobresalió, y que atañe con un mal calificativo a su compañero de pensamiento y de verso. Este hombre noble, afirmaba con vehemencia que una obra realmente humana es intemporal y escapa a su espacio de vida inmediata. Su genialidad y compromiso social lo distingue. Hay quienes sólo quedan en genialidad: son claro prototipo de imágenes surrealistas muertas, adoradores de la simbología de los versos y de los discursos snobs, cuyas magníficas muestras de arte abstracto sólo quedan reducidas a eso: “abstracto”; como si el hombre viviera y comiera abstracciones. Hay otro grupo que inclinan su vida a la agitación y a la zozobra, pernoctan con la necesidad día a día, pero nada más; no sienten más que su propia necesidad. Se hacen llamar descubridores de la vida y de la experiencia, pero en realidad su conciencia los atormenta porque los desmiente.


***

No hay que confundir fama con trascendencia. Fama es el reconocimiento inmediato a un trabajo, que lleva a su gestor a un nivel superior por encima de los cientos de hombres y mujeres que sólo miran, aplauden o critican. Esta fama, da poder, mucho poder; y el poder termina corrompiendo el alma de la conciencia humana. La fama es efímera: como llega pasa. Trascendencia, por el contrario escapa a la inmediatez, es duradera, es eterna, no pasa, no da poder absoluto, más bien cimienta las bases para las nuevas creencias. Trascender significa haber hecho un buen recorrido durante la vida, pero adicionalmente a ello agrega como valor la proyección a legar un pensamiento, obra física u otra forma de legado a toda una humanidad que vendrá más adelante. Por eso, ratifico que la genialidad debe estar acompañado de un compromiso humano, sí, es así. La obra, la vida y la muerte se fusionan para crear el mito verdadero inalcanzable a cualquier egoísmo personal o colectivo, porque los hay. Hay toda clase de egoísmos, mezquindades e indiferencias.

Hubo una vez un gran escritor alemán, al que omitiré el nombre para no dar más crédito del que ya con mérito propio tiene ganado, este hombre dio vida a Hans Schnier, un payaso desencantado en el temprano declive de su vida, personaje que en dos horas y algo más exteriorizó irónicamente los gérmenes más inhumanos e internos de múltiples personalidades quienes amparados bajo su indumentaria “creyente religiosa”, se permitieron asimismo cerrar sus puertas caritativas dejando en evidencia su falsa moral y religiosidad. He citado de los labios rojos colorines de este personaje una frase aunque pesimista, yo diría más bien esperanzadora mediáticamente:

"Soy un payaso", dije, “de momento, superior a mi fama.” (1)

Alguien, que de momento su nombre puede ser más grande que su fama, debe vivir triste y no realizado. Tal vez, hasta pueda inclinar su balanza al suicidio. Es muy peligroso, vivir pensando en lo que no se tiene. Pero, rescato de Schnier la esperanza remota a lograr algo a posteriori. Me parece, que todo artista busca un reconocimiento para salir de sus depresiones que lo asaltan frecuentemente. Una fama catapulta al éxito, ahuyenta los espasmos de abandono y desesperación. Schnier, ya por vivencia propia y por aguda reflexión, había alcanzado dentro de su enloquecedora y desesperante situación algo, que sólo los criterios más espiritualistas llamarían transcendencia. Trasciende en él, su pensar y actuar, ambos coherentes y claros consigo mismo. Trasciende, su imaginación para poder conseguir por sus propios medios los marcos necesarios para su supervivencia. Trasciende, su honestidad y carácter para defender lo que piensa y denunciar lo que observa. Trasciende su personalidad, aunque sólo aceptada mediocremente por su contexto. En este espacio de desesperación material, logra plasmar una esperanza ideal parafraseándola dentro de un marco desolador de desesperanza a modo de queja: “de momento superior a mi fama.” (Esperanza de lograr la tan ansiada fama en un momento de la vida.)

***

Todo desconocido busca un nombre. El mío es V. A., por ahora. No hace falta saber más; pienso que si dijera: Valery Aguirre, Vicente Ayala, Víctor Aguije, u otro nombre más, estaría dando vida a un nombre que no es el mío, estaría dando vida a otra persona que obviamente no sería yo. Me aterra todo este juego de nombres. Si un nombre llega a tener vida propia se convierte en un inminente peligro para el cuerpo que lo crea. Éste, cuando encaja en el cuerpo llega a dar vida y ánima a su propio espectro, y aunque nunca hubiere existido antes se convierte rápidamente en esencia misma del ser que ya está vivido. Los nombres encasillan al hombre y a sus acciones. Si alguien obra mal dirá que fue fulano o sutano; eso no quiero para mi vida, aún quiero disfrutarla antes de que ya no la tenga. Estoy desesperadamente al borde del colapso generalizado emocional, y este nombre ajeno al mío está buscando la oportunidad magnífica para opacar mi nombre real y adueñarse por completo de lo que ello traiga consigo. Supongo que eliminará lo que no le sirva y fortalecerá su conciencia inexistente con lo que él considere a su propósito útil.

Cuando lo desconocido se vuelve conocido es muy peligroso. Por eso, jamás demos vida a nuestro verdadero yo interno, sino quisiéramos terminar como un Vlad Draculea, un Dorian Gray, un Edwar Hyde, y otros tanto que han usurpado personalidad ajena. Cuando la fama toca intrascendentemente al nuevo nombre, éste lo puede usar para bien o para mal. Espero que cuando llegue el momento todo lo logrado, amado y ambicionado noblemente por mí, pueda ser usado para bien, no para mal. Nunca deberá reinar el egoísmo ególatra y la presunción del nuevo ser en el delicado corazón que ya convivió con el otro yo, poco antes de desaparecer.

El relato que destaco a continuación no lleva más propósito que exponer una verdad irrefutable hasta cierto punto. Encierra pasiones, anhelos, sueños e inclinaciones tanto buenas como morbosas. No me toca a mí juzgar el proceder del personaje, aunque a decir verdad, ya lo he juzgado y atormentado demasiado. Esta narración ha sido descrita y escrita durante mi largo recorrido por las calles de una ciudad tan compleja como sus habitantes con olor a tabaco, pintorescos trajes de sastre y donosos andares, protagonistas aunque burdos e incomprensibles, en el fondo tan humanos de materia y espíritu.

V.A


Capítulo1 de: La faceta del artista. Lima.2011




Desde la Civdad de Los Reyes del Perv
Víctor Abraham les saluda.

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