Monólogos del hombre de la flor en la boca de Luigi Pirandello, Premio Nobel de Literatura 1934


He venido aquí, a este café de la estación. Es la una, a las cuatro tomo el primer tren. Miro a través de las vidrieras a los viajeros que salen con los paquetes colgados en la mano o bajo el brazo... los sigo con la mirada hasta que se pierden de vista... imaginándome... ¡Ah! ¡Cuántas cosas me imagino! No puede usted hacerse una idea. No dar un momento de descanso a la imaginación, adherirse con ella a la vida de los demás... pero no de la gente que conozco. No, no. ¡Con ésa no podría! ¡Siento un fastidio, ¡si usted supiera! Verdadera náusea. ¡A la vida de los extraños, en torno de la cual mi imaginación puede trabajar libremente, pero no a capricho, sino más bien teniendo en cuenta las mejores apariencias descubiertas, en éste o en aquel! ¡Y si supiera usted cómo trabajo, y hasta dónde consigo penetrar! Veo la casa de éste o del otro, vivo en ella, me siento allí como en la mía, hasta percibir ese aliento particular que tiene cada casa, la de usted, la mía, pero... en la nuestra..., nosotros ya no lo notamos, porque es el mismo aliento de nuestra vida. ¿Me explico? ¡Ah! Veo que usted asiente... Necesito aferrarme con la imaginación a la vida de los demás, pero así, sin placer, sin interesarme siquiera... Más bien... para sentir su fastidio, para juzgar la vida tonta y vana, de modo que a nadie pueda importarle acabar. Y esto es fácil de demostrar, ¿sabe?, con pruebas y ejemplos continuos, implacablemente en nosotros mismos. Porque el deseo de vivir no sabemos de qué está hecho... pero... está ahí, ahí. Lo sentimos todos aquí, en la garganta, como una angustia que no se satisface nunca, no puede satisfacerse nunca porque la vida, en el mismo acto de vivir, es siempre tan voraz de sí misma, que no se deja saborear. El sabor está en el pasado que nos queda vivo dentro. El deseo de vivir nos viene de eso, de los recuerdos que nos tienen atados. Pero, ¿atados a qué?, a esta tontería... a este disgusto... a tantas ilusiones estúpidas... ocupaciones insulsas... sí, sí. Esto que ahora, aquí, es una tontería, esto que ahora, aquí, es un aburrimiento, y hasta podemos decir, esto que ahora nos parece una desventura... sí señor... a la distancia de cuatro, cinco, diez años, ¡quién sabe qué sabor tendrá... qué gusto tendrán las lágrimas de ahora! Y la vida. Al solo pensamiento de perderla... especialmente cuando se sabe que es cuestión de días... ¡Mire!... ¿Ve usted allí? Allí en aquella esquina... ¿ve usted aquella sombra de mujer? ¡Mire! ¡Ya se escondió! ...

De: "El hombre de la flor en la boca". Luigi Pirandello.



Sobre el autor:

(Agrigento, Italia, 1867-Roma, 1936) Escritor italiano. Hijo de un rico comerciante, estudió en las universidades de Palermo, Roma y Bonn. Tras graduarse en ésta última en 1891, regresó a Italia. En 1894, una vez hubo concluido su primera novela, L'esclusa, contrajo matrimonio y publicó su primer libro de relatos, Amores sin amor. En 1897 fue contratado como profesor de literatura italiana, y en 1904 apareció su novela El difunto Matías Pascal, que recogía muchos elementos biográficos del autor y constituyó un enorme éxito. A la publicación del ensayo L'umorismo siguieron el drama Pensaci, Giacomino!, el volumen de relatos La trampa, y la novela Si gira...

Con la representación, en 1917, de la pieza teatral Así es si así os parece, se decantó claramente por el género dramático, en el cual creó escuela por su peculiar construcción de la pieza teatral, sus recursos escénicos y la complejidad de sus personajes. A partir de 1920 publicó varias comedias, entre ellas La señora Morli, que abordaba el tema de la doble personalidad, y Seis personajes en busca de autor, que fue un fracaso clamoroso. Con Enrique IV, puesta en escena en 1922, recuperó el favor del público.


Tras abandonar la enseñanza para dedicarse por entero a la creación literaria, y reconocido ya en todo el mundo, en 1925 asumió la dirección del Teatro d'Arte de Roma y cuatro años después fue nombrado miembro de la Academia de la Lengua de Italia. A esta época pertenecen los dramas Esta noche se improvisa, Lázaro, Como tú me quieres y No se sabe cómo. La obra dramática de Pirandello extrema los elementos en plena disolución de un realismo en crisis y la ficción teatral en varios planos para romper el espacio escénico tradicional. En 1934 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.

Desde la Civdad de Los Reyes del Perv.
Víctor Abraham les saluda.

Comentarios

Entradas populares