SOBRE EL DESTINO DE NUESTRA EXISTENCIA
Sobre el compromiso de existir para los demás
Yo no puedo ser indiferente a los sucesos que acontecen el día a día, como tampoco pienso que sería lo correcto si usara como excusa mis momentos de trabajo para desentenderme de tal o cual deber de ayudar. Jamás podría estar cómodamente sentado en el confort de un unísono espacio. No, no es ese mi estilo. Espero que el paso de los años me permita nunca tomar esta vía de existencia, la indiferencia. Tender una mano es lo más hermoso que podemos hacer.
Reafirmo mis palabras de hombre, cuando expreso que damos tanto como cuando ofrecemos la vida al instante preciso. El hoy y el aquí es imprescindible, y merece nuestra mayor atención. Al final daremos cuenta a nuestra senectud sobre los frutos que hayamos podido lograr durante esta preciosa existencia que nos dio este ciclo maravilloso. Rendiremos cuenta a nuestra propia vejez, por los miles de millones de minutos perdidos o bien utilizados.
Nos caemos, nos levantamos, sonreímos y caminamos, así crecemos juntos; unidos los dos, tú y yo, juntos; cuando tiendes tu mano a mi mano, y cuando pones tus ojos en los míos para devolverme al camino, es cuando avanzamos. Me alegras la vida cuando me dices “¡Te quiero!”, sin necesidad de que yo te haya preguntado. Me parece que todo esto, señores; es lo que llamamos los seres humanos la necesidad de ser querido, apreciado y estimado; las palabras calan en lo profundo del Ser cuando vienen de las personas indicadas, aunque exaltan más cuando proceden admirablemente de las no esperadas. Alguien, dijo una vez: “¿Quiénes somos nosotros para que nos amen?, somos nosotros los debemos dar el primer paso.” Ese paso debemos entenderla como oportunidad, más que como deber; como voluntad para dar siempre lo mejor de nosotros a los otros, más que como el esperar ser atendidos.
¡Oh, gracias porque tus ecos aún resuenan en mis acústicos adentros y tintinean cada vez más trepidantes a mi corazón palpitante! ¡Oh, fuerza de corriente viva, alma aventurada la mía por tenerte siempre en mis recuerdos!
Sobre la muerte y el amor
Nos ha permitido la vida ser portadores de vida, como nos ha sentenciado la muerte a reflexionar sobre ella misma. Cuando vemos morir a un ser querido comprendemos la magnitud de estar vivos, un sentimiento nos estremece. Es cierto que todo deceso trae consigo dolor, penas, miserias y desconsuelos; pero también por el otro lado trae aprendizajes, renovaciones, claridades de pensamiento y de obras. “Sé siempre solidario y caritativo. Da una propina a quien lo necesite. Esfuérzate por conseguir lo que quieres. Ama con pasión lo que piensas”, son palabras éstas,últimas tal vez de hombres o mujeres que nuestros ojos jamás pueden volver a ver, sin embargo las recordamos. Recordamos a las personas más por sus acciones y palabras, que por sus intenciones de hacerlas o revelarlas. Se recuerda lo hecho y lo dicho, no lo que no se hizo y no se dijo. Aprendemos todo, de todo y de todos, simplemente eso. Realmente suceden tantas cosas al mismo tiempo que uno mismo no es posible de explicarse, igual debemos ser muy positivos en las nuevas tareas que emprendamos.
Suena aún utópico entre mis coetáneos toda expresión de “amor perfecto”, tal vez porque no existe. Suena raro, hoy en día afirmar y confirmar en nuestras acciones los versículos del apostol Pablo, ese pasaje hermoso sobre el amor (1ra Co. 13. 1 y ss); hasta ahora he pensado que es el mejor ensayo que se ha hecho sobre este sentimiento vital. ¿Qué está pasando con el amor? ¿Qué está pasando con la esperanza? ¿Qué está pasando con las ilusiones? ¿Qué está pasando con nuestra fe ciega de creer en algo que no vemos pero ansiamos?, sin duda, mientras mantengamos vivo en nosotros el amor podremos realizar todo lo demás, ya que éste siempre será: más que una ilusión, más que una fe ciega. El amor es caridad, es sinónimo de vida, y por lo contrario de muerte. Todos mueren, los racionales brincan de ánimo, los irracionales mueven el rabo; mientras viven todos sonríen, pero al morir dejan recuerdos, dejan caridades, dejan bondad, dejan lágrimas, dejan bondad.
Sobre el destino colectivo
Se nos acusa de ser idealistas, está bien comprendido; pero si no lo fuéramos, me pregunto, ¿podríamos ser capaces de llorar ante la ausencia, o de reír ante la presencia; de ilusionarnos por una sonrisa o de desilusionarnos por una impotencia?, me pregunto, ¿Seríamos tan pacientes para esperar el otro día, y optimistas para creer en el cambio de las personas; tan ecuménicos para escuchar y concertadores para atender? ¿Podríamos saltear estas peculiaridades tan propias de nuestra única rareza, esa la de ser justamente: seres humanos?
Juntos en el camino, una vez encontrados y hermanados, tratamos ir de la mano ansiando el mismo destino. Buscamos cosas en común, escuchamos la misma tonalidad del corazón. Nos imaginamos juncos y floripondios reverberando a cada paso. Nuestro camino lo sentimos limpio. No nos importan dificultades si salen a nuestro encuentro; que si voltean a mirarnos o no, no nos detenemos a acogerlas, las miramos y las sorteamos. No nos importa porque sabemos que estamos unidos y así, somos fuertes. Estamos viviendo cada nivel buscando superarlo día a día, y extraer de ello los mayores aprendizajes; estamos avanzando a dos pensamientos porque fusionadas nuestras ideas afrontamos mejor todo,no nos caemos; vivimos a dos emociones para sentir mejor y ser mejores seres humanos , vivimos a dos bocas y a dos lenguas para cuidar que nuestras palabras siempre sean las correctas, para no expresar más de lo debido; vivimos a dos pares de brazos en los que nos apoyamos y damos fortaleza; estamos avanzando a dos pares de ojos que nos conducen, en fin a dos dualidades de existencia.
En el escenario perfecto de la conciencia humana, un faro de luz propia y viva encanta. El alma sorbe aire de viento libre, y ansia, proclama, da loas, brinda por las cúspides de felicidad; ríe a voz infantil y calla. En fin, calla esperando el instante supremo en que vuelva a percibir la maravillosa alegría. Los momentos de felicidad es sabido por todos que son cúspides circunstanciales. Son espasmos leves motores y motivos del accionar humano.El alma es este faro de luz propia.
Ensayos de Lima. 2011.
Desde la Civdad de Los Reyes del Pev.
Víctor Abraham les saluda
Tienes un blog muy entretenido felicitaciones, nos estamos leyendo
ResponderEliminarY aqui otra idealista feliz de leer a uno.
ResponderEliminarGracias mi estimadas amigas, supongo que el deseo de los idealistas siempre será el mismo: ver hecho lo imposible, y contribuir a ello. Tal será siempre el logro de nuestra aspiración.
ResponderEliminar