¿Tanto nos cuesta escuchar y razonar alturadamente?

Hermanos de la poesía y de la pedagogía, hermanos peruanos. Me dirijo a ustedes. Veo que todo está saturado de protestas democráticas y de justicia. Tal vez haya razón, pero aún así pienso que debemos tener cuidado hasta dónde podemos exigir.

El problema de la minería y de Cajamarca, no está en que si se aprueba o no una ejecución, no está allí.

Pienso que está en la intolerancia de los mal llamados líderes y su exagerado protagonismo por tratar de levantarse como defensores. Muchos dirigentes salen a defender lo defendible ahora, causando más inestabilidad a nuestra sociedad que ya está demasiado golpeada. Cierto que el problema del agua, es una grave preocupación; pero no por ello justifico la violencia desmedida. El diálogo debe imponerse ante todo.

Nuestra sociedad, no necesita conflictos ni guerras internas, no se merece esto. Nuestra sociedad se merece tolerancia, armonía y diálogo.

Una vez más nuestras autoridades partidaristas y de propaganda están dando una pésima imagen y mal ejemplo a nuestros muchachos. ¿Tanto nos cuesta escuchar y razonar alturadamente?

No concibo ni concebiré jamás ninguna forma de violencia, ni de indiferencia. Tampoco, seré un simple observador de la intolerancia.

Pienso que ha llegado el momento ya no de ponernos a hablar sobre los errores de los mayores, sino de la esperanza que traen los nuevos talentos que aún se están formando en las escuelas, en los institutos o en las universidades, en suma nueva sangre que se está formando en la vida. Se necesita urgente un remezón telúrico educativo, un salto generacional, me explico una mayor apuesta por los jóvenes, los adolescentes y los niños.

Ya basta de planes a corto plazo, de impulsar seudovalores, de impulsar odios exagerados que sólo ponen trabas y crean desatinos y malestares trayendo atrasos para sí mismos sin proponérselos. Total me pregunto, ¿qué vamos a hacer con tantos problemas enquistados en todos lados? Díganse por favor.

Más bien, usemos las redes sociales para empezar a integrarnos, para integrar pensamientos y sentimientos. El beneficio será gratificante. Orientemos nuestros mayores esfuerzos a ir desterrando la desidia y el acomodismo que más mal hacen a un país entero.

Un mundo que se caotiza más producto de la insensatez de grupos e intereses no merece de nosotros más que nuestro propio rechazo. Rechacemos pacificamente con ideas y con diálogos. Hagamos una rebelión, pero con ideas y juicios valorativos.

Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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