La gran paradoja: religión y paz


¿Hay alguna razón para pensar que los budistas, cristianos, hindúes, judíos y musulmanes podrán coexistir en paz alguna vez?

Las primeras aproximaciones a un Dios

Cuando era muy niño aprendí que Dios era amor.  Aprendí textualmente que: "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor." (1era de Juan Cap. 4. Verso 8)

Así lo entendí no sólo yo, sino los muchos niños y niñas que solíamos frecuentar el templo católico de nuestro barrio para poder llegar preparados a los que sería el ritual más importante de nuestra vida: Nuestra Primera Comunión o Comunión con Dios. Mis padres fueron fervientes católicos, y por ende mi primera formación fue católica. Fueron muchos años de aprendizajes doctrinarios, pero sobre todo de mucho aprendizaje espiritual. Comprendí que la religión no era más que la representación de un Dios, un Dios Todopoderoso y creador que encarnaba lo más preciado de la vida, el amor. El amor en su más alto sentido de expresión.

En la escuela entendí que religión era un curso formativo en el que se enseñaba el Catecismo, y algunas otras oraciones que debíamos aprenderlas para rezarlas y así para aliviar en parte nuestras culpas. Lo dictaban jóvenes seminaristas de la Orden de los Agustinos. A pesar de los múltiples dictados y transcripciones de la Biblia al cuaderno comprendí que Dios seguía significando ese amor. Me apasionaba mucho escuchar las historias de personajes bíblicos, porque todos llegaban a una conclusión: El deseo de hacer el bien y de lograr la paz entre los hombres. Así fue que por años se constituyó como mi asignatura favorita.

Años más tarde volví a indagar, ya en la universidad el significado que tenía la religión en la vida de todo  hombre y esta vez me encontré con lo que los católicos llaman La Doctrina Social de la Iglesia. Entre encíclicas, cartas y concilios, otra vez me encontré con la idea que: Dios era amor, lo había sido siempre y tal vez lo seguiría siendo el resto de la vida. De alguna manera, el conocer a Dios acuñado y relacionado siempre con esta frase me llevó a una determinación que si Dios era amor, por lo tanto no habría en Él odio ni venganzas, mucho menos sentimientos de desolación ni destrucción. Yo, siempre lo he creído así y he preferido quedarme con ese Dios del Nuevo Testamento, el Dios del Amor Absoluto, o simplemente del Dios que dio al mundo a su hijo unigénito. Como ya he dicho, existe una gran comparación entre el Dios profundamente castigador del Antiguo Testamento, y el Dios que ama del Nuevo Testamento.


El cuestionamiento a la luz de los acontecimientos

He referido todo esto, porque al leer últimamente unos artículos evangélicos, puramente doctrinarios. Me encontré con unos datos muy interesantes que me llevaron a reflexiones inmediatas, y a despertar otra vez esa búsqueda constante e inacabada por explicarme a mí mismo el significado que había alcanzado el término religión, al menos en estos últimos años a la luz de la realidad. Esta vez el término estaba asociado,  por cuestiones meramente didácticas, aunque más diría yo disociado, por cuestiones de principios, a un nuevo concepto, pacificación. 

La búsqueda de un nuevo acercamiento a la religión, esta vez ya no como un mero curso formativo de la escuela o de la parroquia, sino en su sentido más amplio, me obligó a investigar un poco más, pero como ya he precisado esta vez a la luz de la realidad objetiva y circunstancial. Encontré entonces un enlace acerca del templo más sagrado de la Cristiandad, la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, que en efecto como lo citan diversas fuentes informáticas e históricas de primera mano fue el sitio  donde Jesús fue enterrado  y luego resucitó, sin embargo también parece constituirse como escenario de muchas confrontaciones violentas.

Como lo cita el portal de Noticias de Eurabia, sito la siguiente página web http://noticiasdeeurabia.wordpress.com/2008/11/10/jerusalen-armenios-y-griegos-ortodoxos-se-enzarzan-en-una-reyerta-dentro-de-la-iglesia-del-santo-sepulcro/ que precisa que es frecuente ver peleas entre seguidores de distintas confesiones cristianas. Al parecer esta rivalidad que ha ido en aumento hasta el punto de que las fuerzas antidisturbios de la policía, debieron intervenir y tomar el control temporal. Al parecer producto de un desmedido fervor religioso que no lleva a pensar que detrás de esto hay individualismos colectivos, o mejor expresado fervientes unidos bajo una misma consigna, pero disociados de sus propósitos comunitarios. Esto, me parece que termina desvirtuando el verdadero propósito de la religión, al margen de la ideología y forma de cómo llegar a Dios, pues entendamos muy bien que el propósito original es mostrar a ese Dios bueno y amoroso que hace posible a través de sus siervos la pacificación entre las comunidades, sin importar razas, condiciones o imposiciones sociales. Es probable que tengamos que entender que la religión también se está deshumanizando y por lo tanto materializando- o al menos eso nos quieren dar a entender los múltiples líderes religiosos hoy en día.


El problema de la exacerbación religiosa

La obra:  Violence in God´ s name sostiene que de Indonesia a Irlanda del Norte, de Oriente Medio a Cachemira, de la India a Nigeria, de los Balcanes a Sri Lanka, cristianos, budistas, judíos, hindúes, musulmanes y sijs, todos justifican el uso de la violencia alegando que protegen sus intereses y su identidad religiosa.
Sin embargo, la mayoría de las religiones predican la paz y la armonía como pilares de la fe y la religión siempre ha promovido principios altruistas como el amor al prójimo y la santidad de la vida humana.

Ver enlace:

http://translate.google.com.pe/translate?hl=es&sl=en&u=http://www.wcfia.harvard.edu/node/1455&ei=WApoT9D3LsyJtwek9cD6CA&sa=X&oi=translate&ct=result&resnum=1&ved=0CCkQ7gEwAA&prev=/search%3Fq%3DViolence%2Bin%2BGod%2Bs%2BNAME%26hl%3Des%26biw%3D1152%26bih%3D696%26prmd%3Dimvns


La fragmentación interna

Otra triste realidad  es la fragmentación existente en el seno de estas religiones principales. Por citar algunos casos: la cristiandad fragmentada en múltiples denominaciones, de igual manera el Islam debido a creencias contrapuestas, ni qué decir de la desunión de los musulmanes que es la principal raíz de los problemas del mundo islámico.

Estos cuestionamientos nos llevan a pensar que la religión por tanto no ha cumplido con una misión al menos intrínseca, la unidad de los pueblos.

La religiones mayoritariamente se han convertido en símbolos de identidad racial y patriótica, con lo que es casi imposible distinguir  entre el odio nacionalista, el mismo prejuicio racial, la rivalidad étnica y la enemistad religiosa. Aspectos, más que suficientes para desfragmentar este mundo llevándolo a la destrucción y al caos violentista.

¿Dónde queda Dios?, Es probable creer que si tomamos la premisa inicial, esta que dice Dios es amor, tenga poco que ver con las religiones sangrientas y divisivas, ¿ o es más bien la religión hoy en día una cuestión meramente formal del hombre?

Por otra parte, la religión y la política como es muy sabido han estado vinculados históricamente como medios y fines para lograr objetivos comunes de la manera mas exacta posible gracias a la sumisión de los pueblos. Es así como las grandes religiones de la cristiandad (la católica, la ortodoxa y la protestante) han suministrado un infinito caudal de sacerdotes y capellanes para elevar la moral de las tropas y rezar por los muertos y moribundos de ambos lados de los conflictos. Al hacer esto han aprobado el derramamiento de sangre y han dado su bendición a los ejércitos.

Hoy pareciera ser que hasta la economía ha llegado a la religión, pues sus tentáculos poderoso se han convertido en fuentes financiadores muy poderosas, sin mencionar el cobro y mal empleo de los diezmos que terminan enriqueciendo más a sus cultores. Se solventan millonarias campañas para difundir la ideología requerida, pero también para quemar a las no requeridas difamándolas.

El escritor y sacerdote del siglo XVIII Jonathan Swift afirmaba tenemos hoy el mínimo de religiones suficientes para odiarnos unos a otros, pero no para amarnos." Al respecto pienso, ¿Qué está pasando?


Los últimos estudios

Un equipo de investigadores del Departamento de Estudios sobre la Paz de la Universidad de Bradford(Reino Unido) ante el pedido de la BBC para que suministraran una respuesta bien fundamentada a la pregunta de si la religión es una fuerza para la paz, o para la guerra, terminó concluyendo que:

Algunos conflictos bélicos "calificados en los medios de comunicación y en otros lugares como guerras de religión o guerras ocasionadas por diferencias religiosas enrealidad han sido conflictos desatados por el nacionalismo o en pro de la liberación de territorios ocupados y la autodefensa.

Es más se han dado brotes de violencia religiosa protagonizados por grupos cristianos de extrema derecha en los Estados Unidos, entre airados musulmanes y judíos en Oriente Próximo, entre hindúes y musulmanes enfrentados en el Sur de Asia y en las comunidades religiosas indígenas de África y Indonesia- esto nos lleva a  Confirmar dos cosas que se utiliza la religión como fundamento de identidad política y para dar licencia a ideologías perversas de venganza. Por otra parte, los líderes religiosos, bien con su actuación o con su silencio han apoyado activamente o han aprobado numerosas luchas armadas.


Es algo irónico, pero pareciera ser que las más fervientes religiones han arrastrado como consecuencia los mayores males a sus sociedades. Hay incluso quienes establecen guerras en pro de la paz, algo paradójico pero certero.


Líderes auténticos a la luz de la palabra

¿Será por estas razones, la poca credibilidad en la fe hoy en día? ¿Es probable que estos malos líderes religiosos influyan en el alejamiento y decepción de cada vez, más jóvenes que apartados de su propia convicción moral y espiritual terminan buscando líderes en estamentos que no son del todo acertados? Nos guste o no todos necesitamos creer en algo o en alguien, al margen de la norma convencional, eso sí que nos permita volver a sentir esa formación espiritual que esté a la altura de esas creencias.

Lo que se necesita hoy en día son líderes religiosos convertidos realmente, dueños de testimonios reales, apostadores por la pacificación y los valores universales de los hombres y de las mujeres, pero sobre todo comprometidos con la sociedad, que tanto espera de ellos.

Finalmente, es preciso desterrar de toda conciencia la frecuente idea de ver violencia por todos lados, llegando al punto de percibirla como normal. Esto no es normal. Salvo algunos activistas, o pacificadores independientes, cada uno está por su lado tratando de buscar la verdad y de sentir ese amor absoluto que estos tiempos se ha hecho muy difícil de conseguir. La gran mayoría aún está imbuída en tantas cosas, menos en el compromiso real de contribuir a esa verdadera pacificación universal. A ese compromiso real de educar para la paz, no lo digo sólo por un mero curso de valores de escuela, sino por una obligación trascendental que compete a nuestro lado más humano. Entendamos entonces a la religión como instrumento de pacificación antes que intereses ajenos al amor verdadero.


Creo en Dios, tanto como creo en el hombre, en su bondad interna y en su capacidad para amar. Pienso que somos creaciones hechas por amor, y por lo tanto es menester nuestro devolver ese mismo amor, de la misma manera o con mayor intensidad de lo que nos ha sido dado.



Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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