El valor de la alegría


Así como este pollo, muchos probablemente amanecieron tristes, y lo que es peor se irán a la cama por la noche, tal vez también tristes. Pero no, no debemos permitir eso jamás, una tristeza no deberá ser permitida jamás, peor un frívolo esquivo. Hagamos que nuestra misión por este día sea, promover no sonrisas fingidas, sino alegrías verdaderas.

Por eso, ESCÚCHAME POLLO, YA NO ESTÉS TRISTE OK? DÉJAME CONTARTE ALGO, ALGO QUE TE ALEGRE O VAMOS A CAMINAR, QUÉ SÉ YO... VAMOS POLLO. ;) 
 
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Escribo estas líneas, porque quiero que sigamos cada día empeñosos en demostrarnos a nosotros mismos que si podemos ser felices. Mi padre solía decir que una sonrisa verdadera, no nos quitaba mucho tiempo en ofrecerla, y sin embargo ayudaba mucho al que lo recibía. Comprendí que es cierto, porque siempre que he sonreído ha sido gracias a otros que nunca dudaron en ofrecérmela, por eso pienso que al margen de cualquier circunstancia sea cual sea siempre habremos de dar lo mejor, sólo eso, nada más. Por tanto, ha de ser nuestro mayor compromiso, hacer felices a los demás, encauzar días a la alegría, llenar los espacios ajenos con gratos  momentos. Lo demás no tiene importancia. 



Los actos siempre traerán consigo vivencias, pues sin actos no hay vivencias, y sin éstas tampoco habrá determinaciones. Por lo tanto, que nuestras determinaciones nos generen espacios de sincera transparencia, sólo así viviremos más reconfortados y lo que es mejor, un poco más felices.

Las alegrías, si bien es cierto nos permiten olvidar los momentos angustiosos, también nos permiten detener el tiempo en esos instantes maravillosos de nuestra vida. Por eso, hoy, quiero sentirte sonreír, más que ayer. Sonríe por mí, ¿quieres? y entonces estaré alegre también.


Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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