REPRESIÓN

Todo es violencia,
me levanto en la mañana y ya hay violencia,
-al menos en el departamento de a lado
hoy discutieron algo menos que anoche-,
de ida al trabajo leo una portada de diario,
sigue habiendo violencia.
Alguien comentó en el trabajo, ¡hay violencia!
Camino lentamente de regreso a casa, alguien gritó
porque se le cayó el helado. (y eso es que no cuento detalles
del hombre que profirió palabras soeces desde su carro a un chiquillo.)
Por la tarde: noticias, sigue habiendo violencia, esta vez al norte,
- pero es que no ha pasado ni un mes que hubo violencia al sur, esto es inconcebible-
Nadie hace nada por frenar en parte algo.
Nadie hace nada por entender en parte algo. 
Todos hacen mucho por fregar.
(¡qué es lo que quieren todos!)
Todos reclaman, todos quieren tener la razón,
todos quieren ser escuchados, calma, por favor…
Hago un hoyo en mi cabeza, no consigo entender.
Salgo a caminar, es tarde. El dueño de un perro violenta a su propio animal.
Busco un ordenador para escribir,
estridente bulla está acaparando todo. Todo se desborda.
Estridente bulla también es violencia.
Alguien no quiso pagar. Alguien pagó demás. Discusiones en ambos lados.
Llego a ver a un proveedor, y lo primero que encuentro en él es frivolidad.
Absurda frivolidad.
Si tan sólo entendiéramos más, y aceptáramos más.
No creo que sería tanta la violencia, pero entiendo la situación,
- hay que entender las situaciones, sí, nada más que entenderlas-.
Hasta Paulita me estaría repitiendo ahora lo mismo, “¿Escuchas,
mejor, toma tu café, acuéstate y descansa,
tal vez mañana haya menos violencia que hoy”.
Pienso, “Qué sabe Paulita de todo este asunto”.
“En fin, mañana será otro día, tal vez igual, tal vez con menos violencia,
tal vez con igual violencia, pero me contentaré con que sea un día,
al menos con un poquito menos de violencia.”


De: Los hermanos de la tierra.

Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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