Bondad regenerativa, respuesta a la bondad de las personas
La bondad regenerativa
Siempre
he creído en mis ideales, como ya te dije, son tantos, pero el más preciado
para mí, después de la honestidad, está el principio de la bondad regenerativa,
ésa que no es otra cosa que creer en la capacidad del Ser Humano para intentar
ser bueno, y porqué no, mostrar bondad a sus semejantes. Esto, lo aprendí de
mis padres cuando era pequeño, sin siquiera haber llegado aún al umbral de mi
tardía adolescencia. Luego, creer en las personas, creer mucho en las personas,
seguir creyendo. Tienen razón, sí tienen mucha razón apreciados John, Norma,
Peggy, y Yory. Tal vez como ya dije anteriormente, ésta sea la única puerta
para adentrarnos y conocer aún más esta curiosa manifestación que llamamos
sensibilidad.
Por
tanto, ampliar, sí ampliar, aún más nuestra harta capacidad de amar- no dudo
que la tengamos, sí, que la tengamos que despertar-. Te amo, te quiero, - y
siendo sincero- no sé hasta cuando te querré, sin embargo, espero sigas
adelante. Sigas aprendiendo, creciendo más y dando lo mejor siempre también a
los demás. Las medidas frívolas o paliativamente mediocres son efímeras, las trascendentes, las reales son las que cuentan al final.
Siempre te he dicho que vivimos en una sociedad de odio y falto de
sensibilidades, es lamentable, que esta vez hayamos tenido que coincidir en
este tiempo, tal vez en otro tiempo hubiera sido distinto. Sin embargo, no
debemos dejar que esta sociedad prolifere en nuestra nobleza y nos haga
cómplices de ella. Esta sociedad, la
misma que critico hasta el hartazgo cada día, por la tarde, y en la noche,
hasta quedarme dormido esperando que cuando me levante al otro día la nueva
amanecida sea mejor, sí – al menos un poquito mejor-.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
Sabes?,
siempre he creído con férrea convicción en mis ideales, y lo que está tras
ellos. Son muchos, tal vez más de lo que puedas imaginarte. Pienso a veces, que
han terminado absorbiendo mi vida, hasta convertirme en un hombre hecho de
ideas y de creencias. Soy un idealista, tienes razón, y tal vez como tanta
gente, también me tratas de idealista. Debo confesarte que ellos creen
que me ridiculizan al citarme así, hasta no ha habido quien me ha tildado
-producto de ello - como ingenuo o tonto, tal vez tengan razón, en parte tal
vez tengan razón, sin embargo eso no me provoca odio ni esquivez mucho menos
aversión, ni les doy crédito a sus palabras, ni les quito nada. Sólo los
escucho, porque es mi deber escuchar, y paso. No les quito nada, no, nada, sino
al contrario sus palabras me ayudan a calibrar mi fortaleza para ponerla a
fuego de azogue, y templarla mejor.
Sabes?,
siempre he creído con férrea convicción en mis ideales, y lo que está tras
ellos. Son muchos, tal vez más de lo que puedas imaginarte. Pienso a veces, que
han terminado absorbiendo mi vida, hasta convertirme en un hombre hecho de
ideas y de creencias. Soy un idealista, tienes razón, y tal vez como tanta
gente, también me tratas de idealista. Debo confesarte que ellos creen
que me ridiculizan al citarme así, hasta no ha habido quien me ha tildado
-producto de ello - como ingenuo o tonto, tal vez tengan razón, en parte tal
vez tengan razón, sin embargo eso no me provoca odio ni esquivez mucho menos
aversión, ni les doy crédito a sus palabras, ni les quito nada. Sólo los
escucho, porque es mi deber escuchar, y paso. No les quito nada, no, nada, sino
al contrario sus palabras me ayudan a calibrar mi fortaleza para ponerla a
fuego de azogue, y templarla mejor.
Siempre
he creído en mis ideales, como ya te dije, son tantos, pero el más preciado
para mí, después de la honestidad, está el principio de la bondad regenerativa,
ésa que no es otra cosa que creer en la capacidad del Ser Humano para intentar
ser bueno, y porqué no, mostrar bondad a sus semejantes. Esto, lo aprendí de
mis padres cuando era pequeño, sin siquiera haber llegado aún al umbral de mi
tardía adolescencia. Luego, creer en las personas, creer mucho en las personas,
seguir creyendo. Tienen razón, sí tienen mucha razón apreciados John, Norma,
Peggy, y Yory. Tal vez como ya dije anteriormente, ésta sea la única puerta
para adentrarnos y conocer aún más esta curiosa manifestación que llamamos
sensibilidad.
Por
tanto, ampliar, sí ampliar, aún más nuestra harta capacidad de amar- no dudo
que la tengamos, sí, que la tengamos que despertar-. Te amo, te quiero, - y
siendo sincero- no sé hasta cuando te querré, sin embargo, espero sigas
adelante. Sigas aprendiendo, creciendo más y dando lo mejor siempre también a
los demás. Las medidas frívolas o paliativamente mediocres son efímeras, las trascendentes, las reales son las que cuentan al final.
Siempre te he dicho que vivimos en una sociedad de odio y falto de
sensibilidades, es lamentable, que esta vez hayamos tenido que coincidir en
este tiempo, tal vez en otro tiempo hubiera sido distinto. Sin embargo, no
debemos dejar que esta sociedad prolifere en nuestra nobleza y nos haga
cómplices de ella. Esta sociedad, la
misma que critico hasta el hartazgo cada día, por la tarde, y en la noche,
hasta quedarme dormido esperando que cuando me levante al otro día la nueva
amanecida sea mejor, sí – al menos un poquito mejor-.
La presencia de Dios
Esta
tarde alguien me dijo, que ya no creía en las personas porque todas eran malas
y están contaminadas de maldad, su única esperanza era poner su fe en Dios, no
en la sociedad material – o mundana de hombres y mujeres-. Debo confesarte que
me causó gracia esto, porque pienso, que no son más que formalidades puritanas
y esnobistas de fe, no de fe sincera. Es una barbaridad pensar en Dios como un
ser alejado de los hombres y de las mujeres, sencillamente porque Dios, no está
en los cielos, ni en ese prístino limbo, sino en los hombres, en sus aciertos y
desaciertos, en sus alegrías y en sus frustraciones. Dios no está en una
ideologizada religión, ni siquiera en las paranoias de sus redentores, no, allí
no está Dios. Dios está en la verdad de los hombres, en el rostro de los
hombres. Las cartas de Dios, están yaciendo en las calles, en las comunidades
abiertas –y debo afirmar que también en las cerradas-, en los hogares, en los
minúsculos y menesterosos seres, en las consecuencias humanas de los hombres y
de las mujeres, y hasta me parece que también en nosotros, en tú y yo juntos.
Pienso por tanto, que es una desfachatez tratar de saltearnos estos importantes
espacios -donde es más que probable que se encuentre, según las escrituras “EL
QUE ES”-, sí, es una desfachatez, pienso, que hoy en día, a estas alturas de la
vida en que más se necesita de esta presencia dadora de esperanza, se intente
alejarla de los Seres Humanos, para quererla ver como un Dios tan puro alejado de toda
falencia humana, es una idiotez.
El ejemplo
Siempre
hablo de dar el ejemplo, siempre hablo de los actos, que los actos determinan
las cosas y cambian el rumbo de las palabras. Siempre hablo y defiendo los
principios, no porque sea un “moralista” entre comillas – como alguien intentó
catalogarme una noche de octubre, no soy moralista, menos me creo cercano a
esta abstracta definición, ¿quién es moral?, tú, tal vez?, Claudia?, Simón?, el
párroco?, el pastor?, no lo sé, no me importa, ni
está en discusión esto ahora. Nadie es perfecto, ni cree serlo, porque las suposiciones sólo quedan encerradas en éso, en falacias y ambigüedades. Sólo soy un hombre de fe y esperanza, nada más
que eso. Si te hablo hoy de valores humanos, sea tal vez porque nos urge hoy
hablar de ellos, pero no solo hablar de ellos, sino hacerlos, hacerlos realidad. Si hablo de la coherencia y del compromiso
con las personas, debería entonces a través de mi vida anteponerlas a mis
irritabilidades de hombre para dar tranquilidad a otros hombres, a quien lo necesite. Recuerda, recuérdalo
ahora, perdonar, para ayudar y para hacer sentir bien a los demás. Ese es mi
compromiso y espero que más adelante también lo sea para ti. Te quiero,
recuérdalo siempre. Ah, claro, me olvidaba, sonríe, sonríe mucho, mucho sonríe.
Cuídate.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
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