Ella

Ella es capaz de mostrar valentía más allá de su cuerpo diminuto de rosa tímida. Tal vez es por eso que ella sea la única mujer que alguna vez haya sentido el corazón de un poeta vivo. Se acompaña de muchas personas mientras está en la escuela. Es probable que todos la quieran. Le gusta llevar el cabello suelto, alguna que otra vez lleva una chompa carmesí o un abrigo ligero mostaza. Su indumentaria marca siempre su apariencia reservada, sí, esa apariencia sencilla de la que él se ha enamorado. Ella desea ser siempre útil a los demás, aunque éstos - los demás- muy poco se percaten de ello, o se lo agradezcan. (Este gesto de desprendimiento hace que él se sienta orgulloso de ella). Cada vez que se pone nerviosa frunce el ceño, ese ceño que le da un aire de preocupación, y suele llevarse la mano a uno de los lóbulos laterales del rostro, y cuando está incómoda prefiere  el silencio, aunque el color de sus orejas cambie de color a un tono rojizo no acostumbrado.

Ella vive en la periferia  del lugar donde vive él, pero esto no es impedimento para que él pueda dejarla allá al término de una cita, porque él -claro está - es un caballero. Él la deja en una esquina desde donde la observa hasta que ella se pierde ante sus ojos como bruma que se difumina no sin antes haberse demostrado ambos afecto en un abrazo y un beso. Luego, un carro pone punto final a ese lugar tranquilo, que a él le cuesta dejar, porque no sabe exactamente cuando regresará. Ella fue encontrada por él en un escenario que casi él no suele frecuentar, dada su extraña condición de sentirse un foráneo siempre a todo sitio que va.

Ella es muy activa y le gusta ayudar. Camina ligeramente. Es romántica, pero sobre todo noble, muy noble, alguien que busca la seguridad más que la libertad, y sin embargo allí está ella con él y él con ella. Le gusta construir su propia seguridad usando para ello el trabajo y la dedicación, muchos dirían que es perfeccionista, sin embargo él piensa que no, que tiene un gran poder de autorealización y empeño. Siempre está dispuesta a escuchar. Cuando se encontraron ella y él quedaron atrapados en una situación algo confusa, sin embargo son los aciertos y la necesidad de sentir alegrías mutuas el uno por el otro, las motivaciones que los han ido uniendo, a pesar de todo lo demás, que nada tiene que ver acá.

A ella le gusta leer y escribir, aunque más prefiere que le lean y le escriban. Le gusta escribir notas cortas. Es muy lógica y aguda para pensar. Ella suele vacilar un poco cuando debe defender algo. Espera, cree que es mejor esperar. Él trata de entenderla, trata de entenderla, pero a veces no lo consigue, pero estas cosas del amor son así. Es más éstas cosas - a veces ilógicas son las que él llama: conocimiento del amor-. Pero es ella y su diminuto tamaño lo que quiere él. Él también la quiere. A ella le gusta cada desafío y se ha enfrentado a muchas situaciones difíciles de las cuales en algunas salió ilesa y en otras no, sobre todo en las llamadas confusiones del amor. Él es un observador; ella, una cuestinadora.

Ella no se propuso encontrarlo a él, quien sabe él a ella sí, o tal vez no. Eso es cosa de esa especie de suerte invisible que los demás llaman destino, sin embargo ellos saben que los ha unido un sentimiento repentino, de suerte o no, tal vez sea de propósito para hacer grandes cosas juntos. Desde entonces ella ha aparecido junto a él algunas tardes por calles solitarias, por estancias en donde los amantes habitan ordinariamente, por plazas y parques llenas de hojarascas verduscas, y allí en esos lugares ella y él han sonreído mucho, han jugado y se han encontrado en un beso, y también en un abrazo. Es probable que se les siga viendo más adelante y porque no, en los parajes más insospechados y extraordinarios, total el mundo es tan amplio como la vida que les ha tocado vivir juntos. Lo insospechado siempre está a la orden del día.  La voz de ella, a veces trémula e infantil, es un suficiente indicador para dejar sentada la imagen de presencia, y que hace que él pueda sentirla como propia voz suya. Ambos están seguros que los ha unido un sentimiento repentino. Es hermosa esa seguridad. Esa seguridad de saber que siempre habrá un encuentro, un encuentro para los dos.

Lima, 21 de noviembre
4.00 a.m..
V.A.

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Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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