Escritos para la novela "Degradación humana". Lima. 2013



Foto de Eduardo Margareto
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(...) es una lástima que tras esa persona que escribe y se preocupa de temas tan elementales como la discriminación, la educación y la corrupción se esconda otra que nada tiene que ver con la primera. Tal vez sea que tenga razón al afirmar que esta sociedad está llegando a ser parte de una degradación humana,cada vez más insensible e falsa. Pero eso, no me importa a mí, no, no me importa ahora, el problema es que tú eres un poeta y debo admitir que me has defraudado. Ya una vez escribí que un hombre de letras es seducido por la mediocridad y el poder malsano, pero un poeta jamás. Un escritor está obligado a mostrarse como realmente es, no a aparentar. Tal vez estas palabras sean las últimas que intercambiemos, más allá de esto no habrá nada. (...)A veces ya no estoy seguro de que tanta transparencia haya tras las personas que me rodean, tal vez sea mejor hacerlas a un lado.


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Alguien dijo esta semana, que cómo era posible que a mi persona se la tratara de encasillar dentro de la acepción, poeta, "sé lo que es un verdadero poeta", dijo estúpidamente, "este tipo no escribe más que cosas curiosas, raras e ingenuas, cosas que jamás llegarán a realizarse, en fin, veremos que dicen los verdaderos poetas". Yo no dije nada, sólo leí su comentario, que a propósito era malintencionado,  no por el hecho mismo de ser o no poeta -esto me causa gracia, sí, sí, una genuina gracia rara-, sino porque lo haga a espaldas de uno tratando de creerse juez y parte de toda moralidad y buena fe ajena. Es raro todo esto, pero sólo atiné a leer. Leí.

Pensé entonces, qué valor hay detrás de la búsqueda de una verdad; no importa el nombre a considerar, no me importa si quien busca una verdad es poeta o no, eso no importa en realidad, al menos a mí no me importa. Sé lo que busco, y lo que busco es difundir la verdad, soy ante todo un observador e interpretador de lo que rodea y da forma a mi vida y demás vidas ajenas que vaya a saberse con razón o sin razón cruzan la mía. Lo importante aquí no está en cómo se dice las cosas, sino qué verdad es lo que se dice.

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Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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