Esperanzas fallidas... Sr Presidente.
Siempre he sostenido como parte de mis ideas y creencias que toda persona puede cambiar, es más creo en el cambio regenerativo de las conductas y de las actitudes de los individuos; no somos perfectos, y sin embargo bajo esta expresión no quiero justificar los actos deplorables e insanos que atentan contra la honra del prójimo, no soy partícipe de las disoluciones de parejas, ni de las piedras que se tiran de un extremo a otro desde nuestro lado más cómodo y oportunista, ni de las condenas que sentencian incomprensivamente bajo el odio y la hipócrita rectitud de hacer prevalecer justicia.
Siempre he creído que es preferible conceder y dar, otorgar y ayudar, perdonar y olvidar, volver a empezar y dar ejemplo empezando por uno mismo, siempre creo y seguiré creyendo que no se debe privar a nadie de una oportunidad para mejorar. Detesto todo tipo de acción cobarde que se escuda tras otro rostro, tras otro lema, tras otro papel, tras otra frialdad e insensibilidad. Detesto todo acto cobarde que se escuda tras el silencio y la mirada esquiva.
Pienso que cada persona tiene la respuesta a su propia duda o la salida a esta misma por más indecisa que ésta sea o parezca, pero me parece patético y tonto el dar vueltas a un asunto que de antemano no se tiene intención de aclarar; es más escribí hace poco que cada persona era libre de tomar la decisión que creyera conveniente, cualquiera sea esta: sabia o absurda, inteligente o necia, pero sin embargo sí era obligación humana - y nuestra- tomar la mejor decisión que a consciencia propia sabemos que es la correcta, sí, sí, la obligación para tomar la mejor decisión, aquélla que no permitiera nunca dañar a otra persona ni así misma, Sr. Presidente Ollanta Humala, usted me ha decepcionado una vez más, no por la decisión tomada de no otorgar un indulto de gracia a un individuo al margen de quien sea, sino porque no ha sido capaz de enseñarnos a perdonar, sí, sí, exacto, exacto, su error ha sido no enseñarnos a perdonar ahora que nuestra sociedad más requiere de muestras de conciliación y de amor, sí, sí justo ahora cuando nuestra sociedad - y lo seguiré repitiendo las veces que sea necesaria- se devora a sí misma entre odios, insensibilidades y carencias afectivas. En fin...
Ya sostuve una vez en un artículo que pude escribir el año pasado, y cuando aún mi esperanza era mayor y mejor respecto a este caso, me preguntaba en ese momento: ¿A qué tacho estamos enviando hoy por hoy nuestra sensibilidad? ¿A qué tacho estamos tirando esa frase que aprendemos cuando somos niños: "Ama a tu prójimo como a ti mismo"? ¿y dónde queda la expresión que fervientemente repetimos cuando participamos de las celebraciones cristianas los domingos, los Te Deum, o cualquier otra fecha: "Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"?, en fin, ¿ A qué tacho estamos tirando nuestra calidad humana?
Por otro lado no me interesa ni me ha interesado nunca - lo aclaro ahora, como lo he hecho siempre que he podido- pertenecer a ningún partido político, gremio, colectivo cívico o social, frente, logia, movimiento literario o círculo de vanguardia que lleve en su organización un estatuto al que tenga que obedecer para no ser "expulsado" o "discriminado" o tachado de anormal, no necesito de esto para decir lo que pienso y expresar lo que siento, hablo y escribo lo que a mi juicio creo más conveniente cuidando siempre de que las palabras que puedan acompañarme en cada defensa o sustentación épica mía frente a los demás sean las más necesarias y correctas. Un escritor está obligado a ser un pulsómetro de consciencias, antes que ser un cómodo beneficiario de esas consciencias. Mi única motivación es el ejercicio pleno y consciente de mi propia libertad para opinar.

Finalmente, entiendo el malestar que mis palabras puedan generar en sus ópticas y sentires, pero si afirmo lo contrario sería mentirme a mí mismo para seguir una corriente ajena que no comparto, y sin embargo respeto; por otro lado, sería tonto de mi parte reír cuando no estoy de ánimos para reír, o aplaudir lo que detesto, o lo que ya es peor tirar por la borda lo que creo e impulso cada día que es la conscientización de personas, total, soy un humanista social que usa como método de trabajo el existencialismo, mi filosofía de vida es esa, y ni modo. En todo caso gracias por escribir y compartir.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
Siempre he creído que es preferible conceder y dar, otorgar y ayudar, perdonar y olvidar, volver a empezar y dar ejemplo empezando por uno mismo, siempre creo y seguiré creyendo que no se debe privar a nadie de una oportunidad para mejorar. Detesto todo tipo de acción cobarde que se escuda tras otro rostro, tras otro lema, tras otro papel, tras otra frialdad e insensibilidad. Detesto todo acto cobarde que se escuda tras el silencio y la mirada esquiva.

Ya sostuve una vez en un artículo que pude escribir el año pasado, y cuando aún mi esperanza era mayor y mejor respecto a este caso, me preguntaba en ese momento: ¿A qué tacho estamos enviando hoy por hoy nuestra sensibilidad? ¿A qué tacho estamos tirando esa frase que aprendemos cuando somos niños: "Ama a tu prójimo como a ti mismo"? ¿y dónde queda la expresión que fervientemente repetimos cuando participamos de las celebraciones cristianas los domingos, los Te Deum, o cualquier otra fecha: "Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"?, en fin, ¿ A qué tacho estamos tirando nuestra calidad humana?
Por otro lado no me interesa ni me ha interesado nunca - lo aclaro ahora, como lo he hecho siempre que he podido- pertenecer a ningún partido político, gremio, colectivo cívico o social, frente, logia, movimiento literario o círculo de vanguardia que lleve en su organización un estatuto al que tenga que obedecer para no ser "expulsado" o "discriminado" o tachado de anormal, no necesito de esto para decir lo que pienso y expresar lo que siento, hablo y escribo lo que a mi juicio creo más conveniente cuidando siempre de que las palabras que puedan acompañarme en cada defensa o sustentación épica mía frente a los demás sean las más necesarias y correctas. Un escritor está obligado a ser un pulsómetro de consciencias, antes que ser un cómodo beneficiario de esas consciencias. Mi única motivación es el ejercicio pleno y consciente de mi propia libertad para opinar.

Finalmente, entiendo el malestar que mis palabras puedan generar en sus ópticas y sentires, pero si afirmo lo contrario sería mentirme a mí mismo para seguir una corriente ajena que no comparto, y sin embargo respeto; por otro lado, sería tonto de mi parte reír cuando no estoy de ánimos para reír, o aplaudir lo que detesto, o lo que ya es peor tirar por la borda lo que creo e impulso cada día que es la conscientización de personas, total, soy un humanista social que usa como método de trabajo el existencialismo, mi filosofía de vida es esa, y ni modo. En todo caso gracias por escribir y compartir.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
Comentarios
Publicar un comentario