El Perú y nosotros, los otros

Un país como el Perú va camino a convertirse – y es deber
propio decirlo- en un lugar inviable en donde el vivir moral, social, económico
y, hasta ecológicamente se va convirtiendo en sombra de lo que debe ser y no es
concretamente hablando, y que me temo se reafirmará con mayor agudeza los
próximos treinta años ( Si es que ya de por medio no se toman en cuenta ciertos
indicadores que hacen suponer esto como el inicio de esta grave generalización,
por ejemplo: las violencias e ingratitudes al interior de las familias, cual explosiones
sociales desordenadas obran de modo substantivo en la frivolidad de los
comportamientos ; las defensas raras e indefendibles como la minería que dañan
la ecología, y desnaturalizan los servicios básicos de las comunidades
adyacentes a ella; los procesos
educativos a nivel de ministerio que ha olvidado cuál es el papel real de la
educación llevando a sus beneficiarios directos por las ramas antes que al
afronte y ataque del problema general , cual es la inconsciencia poblacional;
medios de comunicación desprovistos de toda ética y faltos de compromiso para
con la niñez y adolescencia de este país;
y esto es si menciono apenas la manipulación y adormecimiento de los espíritus
críticos y argumentativos al interior de las escuelas públicas y privadas. En
fin.)
Miradas equivocadas
Nuestra generación - y entendámoslo bien-, no es la generación de Vargas Llosa, en donde
las dictaduras militares eran inminentes monstruos y lastras sociales, no niego
que sus remanentes aún estén latentes, porque las hay, subsisten, esto es
innegable, pero ya no constituyen la regla general, no me preocupa eso, pienso
por tanto que quien se ocupa hoy en día de eso: está engañándose así mismo y haciendo
creer a otros que el sistema aún funciona así, y que debemos combatirla en esa
dirección con armas que no sirven, porque para el problema de la inconsciencia y
de la desidia frívola – problema actual y existente- no hay arma más poderosa
que la combata tenazmente que la educación misma, y ésa, ésa es la que está precisamente descuidada y minimizada.
Digo
esto, porque la democracia liberal sostenida por
una economía de igual adjetivo que defienden Hernando de Soto, Pedro Pablo kuczynski y hasta
nuestro ministro actual de economía y los agentes funcionarios del BCR (Banco Central
de Reserva) es sinónimo, hoy en día, de una democracia
manipulable que no sirve a la gente de a pie como usted o como yo, salvo a los
grandes poderes internacionales del mundo, quienes al parecer se han dado cuenta
que su intento por implantar dictaduras militares fue nefasta y con altos
grados de repudio y rechazo generalizado. Pienso que para estos agentes de la
economía liberal -amparados en regímenes tramposos y leyes de embudo- la
manipulación informativa, obra y gracia de medios de comunicación y pequeños sectores de las redes sociales
complacientes al poder les resulta más satisfactoria porque así compran
consciencias de "seudoliderazgo" débiles, entretienen al poblador
común con vulgaridades televisivas y periodísticas, y alcanzan sus objetivos que
es enriquecerse más a causa de la mediocridad generalizada, sin descuidar por
supuesto a sus detractores que como piedras en el zapato de vez en cuando
causan problemas. El mundo está sí y es innegable su no cuestionamiento.
Solos los días domingos y feriados, se habla de industrialización, nuestro PBI
solo está copado y ”fortalecido “ por sectores de servicio, y de comercio, finanzas,
planillas del Estado, en parte de un turismo volátil; en la práctica no existe la
gran empresa industrial capaz por sí misma de resistir a los embates de la competencia
transnacional, la realidad, sin embargo está provista de pequeñas industrias
artesanales y familiares para cuyos miembros se autoexplotan así mismos con tal de obtener un ingreso mayor,
desprovistos en el mayor de los casos de
seguro médico. Así, bajo esta dinámica no es nada fácil imaginarnos cuántos llegarán con rentas al final de sus
días que les permitan alcanzar por lo menos una vida digna.
Realidades innegables
Por otro lado, soy un escéptico cuando se habla de la
quinua y de todas esos alimentos caros para el consumidor normal, sólo por
poner el caso, la revista AGRONOTICIAS en su edición 385, habla de la quinua
como el cultivo estratégico para la seguridad alimentaria, de su valor
nutricional y comparación proteica frente a otros granos andinos, de sus
ventajas, de su consumo y exportación,
sin embargo me pregunto e invito a una reflexión abierta y masiva que hay un hecho, y eso está
claro que muy pocas
familias peruanas hoy en día pueden acceder a ésta porque sencillamente su precio fluctúa
entre los nueve y diez dólares por kilogramo, sin contar a cuánto llegará en
los mercados internacionales. Luego, la agroindustria será más realista y
respetable, cuando la prioridad de la producción sea el mercado interno, muy aparte de los sueldos a los que puedan acceder
los trabajadores. En fin.
Es probable que el Perú sea un país de oportunidades, eso es
innegable, pero también de oportunistas que dañan la imagen misma de lo que es un
peruano en el exterior. Un país, donde la argumentación y justificación de los
actos es pobre y leve, un lugar – y esto es lo que más me apena- donde la
mediocridad y la vulgaridad han ido tomando forma rutinaria de entremés diario
para muchas consciencias colectivas, pero me temo que más para las
individuales. A veces pareciera que existe en el común denominador ese intento
enfermizo y frustrado por parodiar nuestro sueño peruano a otro norteamericano
u europeo que nada tiene de nosotros mismos. Hablamos del Perú como un país de emprendedores, eso es
cierto, sin embargo muchos levantados sobre el esfuerzo propio de otros más
vulnerables y débiles. Me es indiferente la posición de aquéllos- estén arriba o
abajo socialmente, me interesa más donde están ubicados cultural y
formativamente- que llevados por una pasión moralista de marketing, porque eso es lo que se hace con la moral hoy en
día: venderla mediante anuncios publicitarios y titulares de prensa, intentan dar recetas de cómo ser un buen ciudadano. Cómo puede decirme alguien que haga bien las cosas, si este alguien que me lo dice nunca hace nada bien- o lo que es peor, ni siquiera lo intenta en sí mismo-.
Decisiones y acciones
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
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