Sobre el papel del escritor en el Perú

Los usos de la escritura

El resultado de escribir tiene que verse concretado, hoy en día, en una masificación general en pro de la conscientización colectiva, el resultado de escribir debe concretarse en ello, en llegar a la mayor cantidad de personas ciudadanas. Por Tanto, las ventas, las regalías, los intentos de protagonismos exacerbados y ridículos, las camaraderías etílicas, las "bohemias" mal comprendidas y definidas, todo eso debe pasar a un segundo plano, al plano menos importante, aquí no están en juego la cantidad de libros vendidos o la cantidad de premios alcanzados, no, no debe ser una excusa decir, "no hago esto o aquéllo porque nadie lo hace ni lo intenta", o "no hago esto porque no me generará rentabilidad", menos aún afirmar, "no hago esto porque quedaré en ridículo ante los demás", todas estas son bobadas.

Aquí no importan los canales del mensaje- si son impresos o virtuales o los pecunios que se reciban de ellos-, lo importante es aquí la acción y la ejecución, lo importante es tomarse en serio su oficio, este oficio de escribir porque aquí hay una verdad: todo debe quedar escrito y descrito, todo, absolutamente todo el pensamiento, tiene que ser así. Por otro lado, el escritor hoy en día tiene que llegar a las personas, a la mayor cantidad de ellas sin importarle edades, estratos sociales, niveles culturales, credos e inclusive razas, si son conocidas o no, si son vecinos suyos a no, si son partícipes de sus afectos o no, aquí hay una tarea más importante que debe sublimar a todo acto afectivo, y esta tarea mayor consiste en llevar a cabo una revolución en el orden mental de los individuos. Luego, no debe importar acá si quienes acceden a sus escritos - vaya a saberse bajo qué situación o eventualidad- son o no lectores suyos: el escritor tiene que llegar a la gente sí o sí, desprovisto de todo ropaje de cordero moralista, de todo intento de modas snobistas y poses melodramáticas de superioridad ególatra. Uhm, se me ocurre de pronto, la idea de ya no leer simplemente por placer estético, mucho menos escribir bajo esa dirección, sino movidos por una necesidad de comprensión y asimilación verdadera.

Compromiso de pensar también en la sociedad

Hay mucho trabajo por hacer, y eso nos debe quedar claro a todos y a todas. Pienso que debemos dar el giro a la escritura tradicional, y a la lectura convencional que más cerca está de hacerse cómplice con un Sistema de opresión mental que mueve sus tentáculos con ayuda también de ciudadanos ( actitudes a veces comprensibles, dadas la debilidad moral de los mismos, y la ausencia de determinaciones claras para tomar decisiones) que se prodigan por premios y los pecunios (onerosos ingresos económicos) que vienen consigo tras estos, por bebidas y comidas caras en lugares exclusivos, por puestos de trabajo complacientes, e inclusive por confort placentero individual.

Imagen de la Fundación Telefónica. Perú.
La escritura y la lectura en el Perú tiene que tomar nuevos giros, nuevos bríos, empezando por las escuelas, puesto que son ahí- y parafraseo la cita de Russell Crowe en el papel del profesor Nash  en la película "Mente Brillante" al dirigirse  a los estudiantes de su clase adjetivándolos como "mentes del mañana", en fin-,  donde se forman los ciudadanos peruanos. Me imagino ahora a las escuelas peruanas como enormes fábricas de mentes, de actitudes y de comportamientos, esa es una realidad, la otra muy diferente es que adolecen también de compromiso con sus mismos beneficiarios, en fin, muestra de ello: los seudo-planes lectores frívolos alejados de todo matiz vivificador con contenidos filosóficos y cuestionadores, esos planes lectores son más en sí mismos descartables porque no sirven para el otro año que viene - o al menos eso queda evidenciado en sus mismos beneficiarios-.

 Sobre el escritor y sus lectores

El escritor debe actuar- y asumir el papel, o en todos los casos asumirse en sí mismo este papel de conscientizador, de filósofo- como mediador, como guía de una procesión a la que debe encaminar  por derroteros claros de juicio critico y ético; el escritor debe ser el punto cercano, el punto amigo, el punto maestro, el punto padre entre los individuos: es claro ver como se disuelven hoy en día los instantes de tiempo entre los espacios mediocres, y absurdos de la publicidad televisiva. Veo - y con una pena extraña- que hoy en día hay un divorcio grande, muy grande entre el escritor y su lector, es más, diría yo, entre el ego del escritor y la orfandad del lector, malinterpretada siempre como una indiferencia por el primero que se anda quejando que los ciudadanos no leen, no, aquí no hay indiferencias, no en el lector, lo que hay es falta de orientación sobre qué leer o para qué leer. Luego, el escritor hoy en día tiene que llegar a las personas, sentirlas, sentirlas amigas, frecuentándolas, pero también respetándo sus espacios de reflexión, un escritor debe estar comprometido con lo que hace, debe ser un colaborador cercano a los individuos sociales en la medida que le sea posible, y no solo usarlos utilitarimente para conseguir de ellos ventas escrupulosas; el escritor hoy en día tiene que llegar a la gente, y hablarles claro, expresarles lo que quiere, lo que siente, lo que le desquicia, lo que le fastidia, lo que proyecta y visiona en sí mismo y compartirlo; el escritor debe pensar con ellos, debe pensar con la gente hasta hacerlos partícipes también de sus utopías por más quijostecas que parecieran, a ellos les toca tomar o dejar lo que asimilan; el escritor no debe sentir a la gente como una carga permisiva, sino para dejarle abiertas un sinfín de propuestas viables para ser reflexionadas; tiene que ser así, es así como tiene que ser; no hay otra salida.

El Peru urge de cambios, pero de cambios a nivel de pensamiento. Todos debemos ser partícipes del conocimiento, no puede haber excusas,  caso contrario los intentos quedarán relegados una vez más,  como  ha sido el caso de las muchas generaciones anteriores a la nuestra que quedaron fijadas en los problemas de la tierra, en los problemas antropológicos del indio y de las etnias todas bajo una visión provinciana, en los modelos feudales y sus explotados y marginales, en las polarizaciones absurdas de derechas e izquierdas políticas, y muchas otras más que sirvieron a su tiempo. Los tiempos de Segura, Aliaga, de Melgar, de Adan, de Palma, de Eguren, de Valdelomar, de Eilson, e inclusive los del mismo indigenismo de Arguedas y tantos otros, ellos constituyen ahora nuestra mayor herencia de tradición y cultura que debemos verlas con respeto, pero también pensando en que la dialéctica histórica que nos envuelve hoy ha evolucionado y por tanto es menester de esta generación de escritores buscar ahora nuevas respuestas a nuevos problemas, y se me ocurre plantear ahora - y citarlas como fuentes de estudio-, los planteamientos de Alexander Neill y su pedagogía libertaria, los estudios del psicoanálisis y del exitencialismo filosófico, las muestras humanistas de Maslow, los acercamientos urbanos de Ribeyro, y los diversos estudios culturales con los que se intentan abordar hoy en día los problemas que aquejan a nuestras sociedades.

Los tiempos del latifundio pasaron, los tiempos de las huelgas y de las tomas golpistas de poder también pasaron, ahora hay un problema mayor, y ése radica en el nivel de consciencia que cada individuo asume para sí mismo y cómo opera asimismo ésta dentro de su participación social al interior de las colectividades. Por tanto, nuestra generación peruana debe afianzarse hoy en día - y trabajar mucho- este aspecto, este aspecto que yo llamo conscientización no de forma, sino de fondo. Finalmente, o somos conscientes o simplemente no lo somos; o somos honestos, o no lo somos; o ayudamos o dejamos pasar; o hacemos las cosas correctas o simplemente dejamos de hacerlas, en fin.

Desde Lima, Ciudad Capital del Perú. Víctor Abraham les saluda.

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