EL DISCURSO NARRATIVO ROMÁNTICO DE JUANA MANUELA GORRITI

SUMILLA

El ensayo en cuestión busca presentar una aproximación descriptiva del discurso narrativo romántico de doña Juana Manuela Gorriti, a partir de su identificación como mujer latinoamericana enmarcada dentro del s. XIX. Es importante destacar para ello, que el contexto social que la rodeaba no era nada fácil, dado a que el rol femenino estaba mirado ahí desde una posición patriarcal y discursivamente canónica, y por lo mismo consiguiente contrario a todo proyecto de construcción interpretativa propia que saliera de una voz femenina; hecho que sin embargo no significó impedimento alguno para que esta escritora a partir de sus experiencias personales- tales como sus viajes, y necesidades por experimentar dentro de lo fantástico, unidos a su espíritu disidente y lenguaje pedagógico y moralizador- , pudiera hacerse de un nombre propio y de un prestigio tal, contrario a todo intento de inequidad de género muy característico de esa época.

JUANA MANUELA GORRITI Y LOS PARÁMETROS DE SU TIEMPO

Indiscutiblemente que para al siglo XIX se levantaba sobre el escenario socio-político argentino una fuerte oleada nacionalista e integracionista en el pensamiento intelectual. Ésta tenía una proyección amplia y extensiva abierta hacia todos los movimientos latinoamericanos, y buscaba promover – y por ende configurar- desde esa perspectiva una idea de nación modelo en donde sus habitantes pudieran discurrir dentro de un sentido de unidad común a partir de un discurso hegemónico, patriarcal y totalizador impulsado y promovido por una serie de élites masculinas agrupadas alrededor de una constelación de escritores, publicistas y hombres de Estado(6): hombres cuya mayoría de edad fue alcanzada en la década de 1830 y que dio luz a un movimiento intelectual cuyo pensamiento de proyección continental fue conocido como “Generación del 37” y que agrupaba a figuras prominentes alrededor de la talla de pensadores como Sarmiento y Mármol, quienes reunidos en Salones literarios planteaban discursos unitarios. Si bien es cierto, este esfuerzo configuró por un lado debates grandes, preocupaciones y retos para la clase intelectual en su afán por vislumbrar y señalar un nuevo derrotero de nación entre sus habitantes, por otro lado este acento discursivo fuertemente patriarcal excluyó a las minorías, entre ellos pobladores periféricos -para quienes el discurso en situaciones formales y oficiales sólo era internalizado y programado-. Precisamente dentro de este grupo social se encontraban las mujeres cuya función consistía en ser las protectoras del orden familiar, pasando en muchos casos de ser consideradas mujeres con escasa condición requerida para loa actividad del pensar y opinar - o en todo caso manifestar una posición abierta-, hasta ser vistas como mujeres complacientes con el statu quo social.

En este contexto hegemonizador del pensamiento, nos dice José María Caicedo Torres, intelectual colombiano, que surgió en 1845 una novela de alto mérito, titulado “La quena”, que la prensa latinoamericana –cabe necesario precisar que toda suerte de narrativas eran difundidas por este medio físico, y para cuyas tiradas llegaban ampliamente a todos los sectores de las comunidades dónde era distribuido el material tipográfico- no dudó en colmar de merecidas alabanzas a su autora, y que además fue muy bien recibido entre los literatos de Lima y de toda Latinoamérica” (2), y a la que sucedieron narraciones como, “El guante negro”, “La hija del masorquero”, “Álbum de un peregrino”, “El lecho nupcial”, “La duquesa”, “Güemes”, entre otras que fueron afirmando la originalidad de una escritora mujer que el contexto latinoamericano del s. XIX conocería como Juana Manuela Gorriti.

(...)

Juana Manuela Gorriti, nacida en la provincia de Salta, en la república Argentina, el 15 de junio de 1818, desde pequeña tuvo una formación espiritual formada llevada a cabo con las monjas Salesas de su provincia natal. Tras el destierro de su padre, fueron a afincarse hacia Bolivia donde contrajo matrimonio con un militar de nombre Isidoro Belzú, quien posteriormente fuera expatriado a raíz de una gresca militar a Perú. Siendo así como Juana Manuela llega a Lima, donde desarrollaría una intensa labor de difusión cultural, educativa – véase acá lo que en palabras de Torres Caicedo, resaltaría como principal característica de su obra más adelante, el espíritu moralizador-, y literaria a través de la apertura de un espacio de discusión que fuera conocido luego, como salón literario, y el que convergerían muchos intelectuales de su tiempo (muchos no argentinos, sino de otras partes de América Latina), quienes ya empezaban a notar- y dar por sentado- esta brillantez de escritura tan cálida y coherente a su personalidad de mujer, y además, cargada de una emotividad tan sencilla y humana que analizaremos más adelante. Fue así como su trabajos propios fueron extendiéndose por varias latitudes siendo Chile, Colombia, Venezuela, Argentina (sólo luego de la caída de Rosas), para finalmente llegar a Madrid y París. Una mujer tan sensible al exilio, hizo que su visión de mujer no se perdiera sino que se acentuara (y he aquí se me ocurre pensarla de pronto, sumida por momentos en la angustiosa soledad de sentirse “un alma triste”, tal como lo reafirmara en sus memorias posteriores que denominaría “Peregrinaciones…” contenidas luego, en “Panoramas de la Vida”, (1876), sentida al lado de sus dos hijas, tras el abandono de su esposo, y para cuyas reuniones suplirían en parte esa desdicha que sólo la tendría reservada para sus momentos de espacio personal, en fin). Ya en 1874, residiendo en Buenos Aires, la encontramos recopilando su producción que sólo verá luz luego de su muerte, acaecida el año 1892 en Lima, bajo el título de “Lo íntimo”. Los años posteriores a ello, a dichas recopilaciones, vemos a la autora de “La quena”, viajando constantemente a Salta, lugar de su niñez – y me imagino la finalidad de esos viajes, dada su alta sensibilidad femenina para articular lo sencillo con esas evocaciones infantiles del pasado, y mecerlas bajo esos silencios dulces de una aldea que se resisten al olvido senil de alguien que ya puede presentir el desenlace de una vida cargada de experiencias impresionables que desde siempre han configurado su espíritu humano, en fin.

Ver ensayo completo:



Enlace a:

Panoramas de la vida : colección de novelas, fantasías, leyendas y descripciones americanas. Tomo II

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/panoramas-de-la-vida-coleccion-de-novelas-fantasias-leyendas-y-descripciones-americanas-tomo-ii--0/html/ff43d55e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html#I_8_

Desde Lima, ciudad capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

Comentarios

Entradas populares