Hijos de México!

Ahí está el detalle!

Eran las seis y treinta de la mañana. Recuerdo que había amanecido soleado el día. Una estación radial, "Radio Universo", anunciaba - tal vez desde hace un buen rato atrás- la irreparabble pérdida de un gran mexicano. Era el 22 de abril de 1993, yo vivía por esas épocas en Buenos Aires del Perú. Estaba en quinto grado de primaria. Tenía 10 años. Mi padre estaba triste, sí, pues desde pequeño mi padre me habló siempre de Mario Moreno, de "Cantinflas", decía que era un gran hombre, un gran artista comprometido siempre con las causas justas, y al servicio de la sociedad. Él, mi progenitor lo admiraba mucho. Tenía cientos de recortes de su ídolo, hasta le había hecho un álbum de imágenes, todas extraídas de periódicos viejos y amarillentos. Sí, alli figuraba en el libro de imágenes de ilutres mexicanos junto a Jorge Negrete, Pedro Infante, Agustín Lara, Domingo Soler y María Félix, en fin, porque es sabido -y siempre lo he reafirmado a cuánto sitio he ido- que  mi padre era un gran admirador de la Cultura mexicana. Es más creo que luego de él, al menos durante mi niñez, no hube conocido jamás hombre como éste que apreciara con buenos ojos dicha sociedad. Así pues, a mi padre debo en parte todo lo que he aprendido sobre México, su hermosa cultura, su sociedad, su arte, y su cine; lo demás, la otra parte, debo a los libros de Octavio Paz y los viejos textos de historia antigua que leí sobre la Revolución Mexicana, además de los buenos amigos y amigas que he podido hacer en el camino. Son estas ricas experiencias la razón de mi- hoy también- admiración y respeto hacia esta hermosa cultura.

Pero, volvamos a nuestro cometido inicial. Sí, asi fue ahora que lo recuerdo esa mañana del JUEVES, 22 de abril de 1993. Mañana en que partió un ídolo grande, querido y amado por su pueblo, pero a la vez respetado por ese mundo de la cinematografía estadounidense. Su comportamiento sencillo, y sus hábitos austeros, según data -haciendo un repaso breve por su biografía- el diario El País de esa época. Yo no conocí a "Cantinflas", al menos nunca leí una nota que se publicara en vida, o una entrevista en vivo y en directo por televisión - en blanco y negro por esa época-. No, si sabía algo era porque me padre me hablaba de él, luego de su deceso, sin embargo me bastó ver sus películas, algunas en blanco y negro, y otras muchas a color, sí, ver "El profe", "El patrullero 777", "El siete machos", "El padrecito", entre otras tantas películas que me emocionaban mucho y me hacían reír por esos años de niñez y adolescencia. Con el tiempo me di cuenta, que Mario Moreno quiso imprimir en sus películas ese propio sello suyo, de la marginación social y del desacato a la autoridad, dando vida así  ese "pelado", pero bueno, y hasta a veces ingenuo, cuyo único pecado era decir "cantinfladas", ¡ah!, pero que estilo para rebelarse contra la autoridad dictatorial y para mostrar ese lado solidario con el hombre y la mujer de a pie. Sin duda, que don Mario Moreno fue un gran mexicano como ya referí anteriormente, y que espero sirva su imagen como paladín de la justicia y su entereza moral y sencilla  como ejemplo de vida para los hombres del hoy y del mañana.

¡Fue, sin querer queriendo!

Por otro lado, esta semana, hace dos días, viernes 28 de noviembre, cuando regresaba del trabajo a las 4 pm, me enteraba de la noticia de última fuente por una cadena radial, que decía: "¡Atención, atención, Roberto Gómez Bolaños acaba de partir a la inmortalidad. "Chespirito", ha muerto!". Uhm, me quedé en silencio, pensé por un momento en todas las series que había visto de su personaje emblemático "El chavo del 8", sí, ese niño que durante todos los capítulos que atiné a ver jamás develó su nombre, sí, un niño sin nombre ni apellido, sin casa, salvo un único y desgastado barril, sin nada que ofrecer, salvo su noble corazón y su tierna ingenuidad - mal interpetada muchas veces como torpeza inútil-, no, este niño no era torpe, era simplemente un niño con alma de triste sufriente y con un buen corazón. Si bien es cierto, a diferencia de un joven"Cantinflas", este niño al no poder rebelarse contra los grandes, sólo atinaba a dejarlos en ridículo, que es ya una forma sintomática de revelarse contra el poder inmediato.

Sí, a don Roberto Gómez Bolaños, sí lo llegue a ver, si lo llegué a escuchar, sí llegué a disfrutar de su arte, estando aún él vivo. No recuerdo exactamente la edad que empecé a ver sus secuencias cómicas, pero de algo estoy seguro, es que las sigo viendo hasta hoy, y me sigue embargando la pena cuando veo la injusticia que se comete muchas veces con aquel que nada puede hacer por defenderse. Eran otro tiempos aca´en Perú, por lo menos en esa época había programas para niños y para la familia decentes, cultores del buen arte y del sano entretenimiento. Cómo duele ver que nada de eso queda ya en mi país, ¿lo que abunda hoy?, sí, solo burdos remedos de entretenimiento televisivo que lejos están de ser los de hace viente años atrás.

Gracias...!

Finalmente, debo afirmar que tengo 32 años, y sí, debo confesar que a esta edad estoy muy agradecido con ambos personajes porque formaron y formarán parte de mi vida, si bien es cierto uno con mayor locuacidad expresiva y arrojo, que otro que nada debe envidiar al primero, que usando su espíritu infantil es capaz de hacernos entender innumerables omisiones que a veces se hace del pobre y marginado.

Gracias, dignos hijos de México. Mi solidaridad con los hermanos mexicanos que han perdido - en medio de tanta violencia generada los últimos días- a dos grandes del arte contemporáneo. Gracias Mario Moreno, y gracias Roberto Gómez Bolaños una vez más por haber llegado a mi vida, y haber calado con sus mensajes tan hondamente en mi, y creo convencido mas que nunca que también en la vida de muchos jóvenes del hoy, y del ayer. Que su genialidad, pero sobre todo su carisma personal no deje de sembrar buenos ejemplos de vida en nuestras futuras generaciones.

Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

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