De profesión, profesor y periodista... de oficio, escritor

A Alison Miranda, Luz Souza, Pamela Silva y Xiomara Andrés
jóvenes estudiantes que inspiraron esta crónica... 

De profesión, profesor y periodista

Escribí estas líneas, a partir de una entrevista que me hicieron unas estudiantes este fin de semana. Sí, cuatro jovencitas que no dudaron en desafiar mis propios límites del asombro intelectual para poder absolver a algunas de sus preguntas, y es que es una verdad, me gustan los retos intelectuales, y cuando me topo con jóvenes muy acuciosos me veo obligado a usar ese tono un poco moralista y retador, en fin. Sin embargo debo afirmar que casi no me gustan las entrevistas, las detesto, ni entrevistar, ni que me entrevisten; alguien diría algo ilógico para usted que es periodista, pero es la verdad. Casi nunca me gusta contestar a lo que refiere a mi trabajo de escritura porque sucede que a veces me siento corto y hasta algo nervioso por ello creo, o tal vez sea porque no me gusta nada de lo que tenga que ver con eso de los egos, y es que es la verdad, cuando uno responde a algo, a veces puede estar tentado a caer en ese error, en hablar más de lo debido, pero en fin. Ahora bien, cuando sucede esto, sólo atino a decir, "lean mis libros, allí está todo, y si no tienes uno, te lo doy ahora mismo". Porque debo reconocer una verdad, no me gustan las entrevistas, y cuando accedo: lo hago bajo dos razones, o es porque se trata de jóvenes que me lo piden, o bien porque se trata de alguna tarea escolar de adolescentes; mas allá de eso, no me interesan. 

Por otro lado, si relato esto a modo de crónica es porque, como ya dije inicialmente, cuatro jovencitas acompañadas de una mamá se me cruzaron de pronto, ocurrió inesperadamente, y debo reconocer que me resultó muy gratificante. Me resultó grato porque pude hablar con jóvenes adolescentes, y es que siempre me ha fascinado estar rodeado de ellos, tal vez... ello explique el porqué de mi profesión, y es que es verdad soy profesor. Estudié para eso, y eso es lo que sé hacer, después de escribir, claro está, y jamás he puesto algo por encima de estas dos actividades. Dediqué cinco años de mi vida a convertirme en profesor. Luego de llevar a cabo una tesis sobre actitudes científicas que concluí en un primer momento- y digo esto porque aún hay investigación para rato-, obtuve por fin el diploma que me acreditaba para ejercer la enseñanza básica, hecho que me sigue enorgulleciendo hasta el día de hoy, y es que hay una gran verdad, o al menos para mí...debo todo a esta hermosa profesión. Sí, debo mucho de lo que soy a ellos, los jóvenes adolescentes con los que me he topado. Vivo de mis estudiantes como trato de que ellos vivan de sus propias experiencias. He aprendido tanto y pienso, sin temor a equivocarme, que han sido ellos sin proponérselo mis mejores amigos y maestros.

Ahora bien, una vez en Trujillo, cuando yo aún tenía algo menos de 16 años, y estaba justo parado en la larga cola de inscripción para postular a la universidad, alguien me preguntó- supuse que vio el rótulo del formulario que llené, y que por consiguiente decía, CARRERA PROFESIONAL: EDUCACIÓN-, “¿por qué quería ser profesor?”. No respondí, sólo supe que quería serlo. Éste “alguien”, sólo sonrió, y me dijo, “que tengas suerte”. Comprendí luego, que la esencia de una carrera profesional que en el futuro se ejercitaría, sino iba cimentada desde el inicio de un fuerte sentido de vocación personal, de nada serviría, es más no llenaría más adelante mis expectativas. Dieciséis años después me di cuenta que sí, que sí era como lo pensé esa remota tarde, la vocación personal es la que hace posible que un individuo viva orgulloso de lo que hace. Sentirse en muchos casos contento con lo que uno hace, y más aún percibir un sueldo por ello, francamente no tiene comparación.

Y es que mucha gente me ha preguntado, cómo, cómo si usted es escritor y estudió periodismo por qué no ejerce ello, o escribe para un diario, por qué se conforma usted con ser un simple maestro de escuela, por qué se condena al anonimato y se niega a hacer lo que al escritor le es permitido a hacer. Uhm, sinceramente, que escuchar esto, de vez en cuando, me pone francamente en una situación algo incómoda, nunca respondo, o tal vez esquivo esta respuesta, y es que sucede que mandé en un par de ocasiones un par de artículos a la prensa para que los revisaran, me los aceptaron y los publicaron por intermedio de un amigo, luego vinieron dos publicaciones más, hecho que agradecí en su momento, sin embargo esta vez este amigo quería dinero, lo mandé al diablo, y dejé de hacerlo, después fui invitado enviar trabajos a algunas personas más ligadas a revistas y medios culturales impresos, y es que sucedía entonces - para sorpresa mía- dos cosas, o no querían del todo mi trabajo porque era, según ellos, muy fuerte y les asustaba, o segundo me lo publicarían a cambio de reducir algunos términos o enunciados: igual los mandé al diablo, al margen de ello, he seguido escribiendo para el blog de La Generación Desconocida desde hace siete años. Por otro lado, un tiempo la BBC MUNDO estuvo recibiendo mis comentarios, pero perdí el contacto: emitía opiniones y juicios sobre temáticas internacionales, pero ya dije, perdí el contacto. Me he preocupado desde entonces a usar las redes sociales y tener como vehículo, las escuelas en las que he laborado con el fin de difundir los trabajos, sí, debo reconocer que mis viajes también me han ayudado en dicho propósito, aunque para ser sincero, no me interesa correr detrás de alguien para buscar la novedad e imprimir el titular del día, me interesa más y me seduce más el acto de conscientización en si mismo que pueda generar entre mis propios estudiantes.

De oficio, escritor

Cuando pienso en lo que significa un oficio, no puedo dejar por mi cabeza, las impresiones primeras que tenía acerca de este término antes, y entonces se me viene a la mente, los múltiples trabajos que realizaba mi padre para proveer nuestra subsistencia diaria mientras dependimos de él cuando éramos niños, mis hermanas y yo. Mi padre era un hacedor de oficios, un inventor de trabajos que - sabe Dios cómo- traía algo a la casa por las noches, desde hotelero hasta vendedor de cosas absurdas. Uhm..., pero así era. Supongo que a él le pagaban por lo que hacía, que si bien no era mucho ya era algo, y eso era lo más importante, en fin. Desde niño siempre se me venía a la cabeza cuando escuchaba la palabra oficio, las imágenes de un cartero, un peluquero, un zapatero, un sastre, y otras actividades más, pero jamás cruzó por mi cabeza la idea de un nominativo más, escritor. Pero es la verdad, un oficio es algo que se aprende por cuenta propia, que se descubre por sí mismo al darse cuenta de que hay - o en todo caso se reúne de- ciertas habilidades. 


Un oficio lleva un sello más de estilo práctico y de adiestramiento interior, implica dedicación y cariño por lo que se hace. No hay un sustento académico o un diploma que avala ello, son los visitantes, los que se sirven del trabajo hecho por este tipo de hombre, quienes reconocen generosamente esa dedicación desplegada. Aquí no hay motivación más intrínseca que la satisfacción de hacer un buen trabajo o de servir mejor al otro que acude en búsqueda de la solución al problema. El oficio está lejos de ser una profesión porque simplemente no hay más crédito por lo que se hace, que el que puedan darle sus beneficiarios. Una profesión está enmarcada en un rango social que obliga a competir por escalar posición. Un oficio no, un oficio es una actividad más sencilla, más libre, aquí no hay presión: hay dedicación, sí, exclusiva dedicación, que no está enmarcada en nada, salvo en una propia necesidad de satisfacer una necesidad del otro a cambio de una pequeña y hasta a veces ínfima cantidad pecuniaria. Un oficio- y no he dicho carrera técnica porque eso es otra cosa-, es libre de ser ejercido cuando las circunstancias lo requieren. Una profesión, no. Una profesión demanda profesionalización, demanda roce social, demanda diplomas y estudios de especialización. Un oficio en cambio, demanda mayor compromiso consigo mismo, mayor entereza y mayor destreza, cuando no, a veces hasta una cuota mayor de ingenio para poder sobrevivir en el mundo injusto de titulados. Un oficio es más libre de ser ejecutado; una profesión, no, está atada al convencionalismo de ser o de estar dentro de algo, necesita de ese algo para sobrevivir porque simplemente el mundo exige más. Ello no quiere decir que hablemos de dejadez, no, simplemente pienso que un oficio implica mayor tentación a la precariedad y al vacío de la rudimentariedad. En consecuencia, y puestas sobre las íes todas estas expresiones, debo afirmar que el oficio de la escritura está acompañada de muchos matices complejos que van desde un compromiso mayor de energía misma y consigo-mismo hasta una voluntad de desprendimiento total...

Bueno, si decidí escribir esto fue porque debía aclararme- al menos a mí mismo- sobre lo que implicaba esta actividad, ante una de las preguntas de estas jóvenes adolescentes...¿Desde cuándo decidió escribir y por qué?

Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.

Comentarios

  1. Gracias apreciada amiga. Mis saludos gratos desde Lima del Perú!

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    1. xiomararita angisita lindis ab6 de diciembre de 2014, 12:06

      Gracias profesor por la crónica mis amigas y yo estamos muy agradecidas con su persona darnos la oportunidad de entrevistarlo y así conocer mas de sus hermosas profesiones también como persona es muy grato encontrarse por la vida con seres humanos como usted.Nosotras seguiremos en contacto con usted les deseamos que siga teniendo muchos éxitos en lo profesional y lo personal que Dios y la Virgen lo bendiga

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