Manifiesto en favor del compromiso y de la esperanza
Sabes? A veces me acecha la inexactitud, me acecha ese respeto inmenso que le tengo al tiempo, sí, como has escuchado, puesto que creo convencido que este es un fenómeno natural omnipresente que rige todo, y enmarca todo, dando a cada cual lo que le es permitido recibir. sí, así es, porque es el tiempo quien determina el orden de las cosas, y hace que las maduraciones mentales alcancen la mayor sabiduría o profundidad en pro de una mayor comprensión de la vida. Es él, el tiempo, el mayor castigador de la banalidad, y de quien osa no aceptar - o subvalorar- su presencia dentro de su propia existencia, en fin.
Interpretaciones
Pienso, y escribo esto a modo de manifiesto porque un manifiesto es eso, una declaración por escrito pública de principios e intenciones que un artista hace a partir de su propia concepción del mundo que le rodea. Sucede que para intentar explicar algunas cosas que siempre se me pregunta, o se me supone desde la otra mirada, decidí hacer un alto a mis escritos, y escribir - o en todo caso describir porque los actos humanos obedecen a descripciones- qué está sucediendo conmigo. Sucede, pues bien que desde hace muchos años atrás, y tal vez para acercarnos más a esa exactitud sincera, creo que desde que murió mi padre, hace casi ocho o nueve años, y que son los mismos tiempos por los que- probablemente un año más o un año menos- decidí venirme a vivir a Lima, o tal vez haya influido mucho ese viaje a Centroamérica que realicé en su momento hace nueve años, y que por cierto, tuvo lugar allí esa plática desgarradora que de un haitiano desconocido extraería para mi vida . Sí creo que fueron por esas épocas en que empecé a entender cuál debía ser en adelante el rumbo de mi propia supervivencia, o vida para referirme a lo mismo, en adelante, o de mi línea de trabajo permanente de la que hoy, y más que nunca, considero firme y realista, porque no se trata de un sueño ya, sino de una concreción ideológica y programática, y al decir esto, que lejos me veo de un partido doctrinario político, o de una institucionalidad religiosa, o quizá de un grupo literario específico, no, y no porque se trate de ser un antisocial, o un desarticulado de la acción política como he escuchado que de mí se ha dicho. No, no considero que esto sea así, el compromiso es importante, es más dignifica al individuo que desarrolla este oficio del escribir. Considero simplemente que soy libre pensador, un buscador, un observador y un cuestionador, y aquí hay que zanjar algunas cosas, no considero que un libre pensador tenga ataduras con nadie, es más no debe tener deudas morales con nada ni nadie, ni siquiera deudas de ideas, o lo que muchos llaman plagios, título peyorativo de los académicos que francamente, me parece una ridiculez, porque una cosa es plagiar, y eso todos saben en qué consiste, y otra muy distinta es asimilar la comprensión de los mensajes, y tomarlos como rumbos propios, no para ser iguales, sino para ser diferentes, y marcar nuestra propia línea. Sería algo, estúpido querer ser tal o cual persona, cuando en realidad debería elegir, ser distinta, o en todo caso propia, ya que uno mismo es sujeto histórico de su propio tiempo.
Ahora bien, esto que expreso me lleva a situarme en Buenos Aires del Perú, en mi niñez y en mi adolescencia. Mi vida a escasas cuadras de esa enorme playa con la que cohabité y por donde pude andar en su momento, jamás imaginó que veinticinco años después, terminaría haciendo esto, dedicándome a esto, y tomándole cariño a esto que hoy hago, que es escribir, sí, jamás imaginaba por esas épocas en que solía mirar a las gaviotas o a los pelícanos o a los muy muyes corriendo hasta hacer pequeños huecos en la arena mojada en el que se metían hasta desaparecer con todo y colita, en fin. Sí, no imaginaba por esas épocas que luego, años después, me sentiría de pronto seducido por esos geniales hombres y mujeres de la palabra escrita que leí desde siempre, hasta dejarme arrastrar por este tentador laberinto del pensar y del escribir, del escudriñar en la mente entre presentes, pasados y futuros con el único fin de sacar de esos mundos internos, acepciones e interpretaciones, así como personajes con sus extrañas, absurdas y hasta desquiciadas vidas ajenas, sacar emociones conmovedoras y conspiraciones rebeldes, en fin, tantas resultantes que solo el inimaginable orbe de la creatividad nos puede dar.
Camino al compromiso y a la esperanza
Luego, si hablo constantemente del hecho de sembrar esperanza y plantar ilusiones, como una buena amiga expresó en sus palabras, pienso que se debe más a una revelación que se dio en su momento porque pienso que el pensamiento y toda esa posibilidad detrás suya del conocer y del analizar se revelan en su momento, producto del devenir de la vida y de las múltiples inconsistencias que ella trae consigo, es allí que se va dando forma a nuestro carácter, a nuestro temple, a nuestro sentir, y todo eso que tenga que ver con nuestra propia personalidad, y es más, es bastante probable, que sean estas inconsistencias las que nos hagan diferentes unos de otros. Ahora bien, también hay otra posibilidad, y esa obedece a una construcción que se haya ido dando por periodos, y en los cuales mis propias crisis existenciales jugaron papel importante en todo esto de reafirmar las convicciones y luchas morales mías.
A continuación, debo reconocer que el espíritu comprometido que aviva en mí, esos deseos de esperanza, y que se ha convertido en luz de mi propio camino, no se hubiera gestado nunca, o tal vez de gestarse, se hubiera derrumbado pronto frente a tantos debacles morales al no encontrar cimiento verdadero, y esto me lleva a citar la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca, y que pasó la lluvia, el desborde de los ríos, y el soplo de los vientos, mientras que el otro que construyó su morada sobre arena, no sobrevivió, fue un desastre; así pues cual roca de mis pensamientos debo mucho- lo he dicho siempre, y lo seguiré diciendo mientras viva-, a esos maestros de la posguerra europea y norteamericana, hombres y mujeres ejemplares que nunca llegué a conocer, pero capté y asimilé bien sus mensajes, al punto de sentir en mis momentos de soledad angustiosa que me hablaban a través de sus acciones y personajes. Encontrarme de pronto con Sartre, y su compromiso con la libertad, o con Saramago, y su desasosiego permanente no tuvo comparación, como no tendría comparación alguna, recordar de pronto esa hermosa carta que el joven poeta Miguel Hernández, escribiera a Aleixandre, y que sirvió como preámbulo para "Viento del pueblo" en la España de 1936, "Vicente: A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres"; creo que han sido estos aportes enormes los que han definido mi templanza y mi decisión de optar por una escritura más abierta y cercana posible a cuánto hombre o mujer pudieran acceder a lo que escribo. Cómo no recordar a Camus, y sus dos preciados ejemplos del rechazo a la tiranía, y el hecho de no mentir respecto a lo que se sabe. Boll? Heinrich Böll?, ese estoico y moral escritor alemán, y su entrañable Schinier, a quien siempre respeté desde que pude acceder a sus cuestionamientos y sufrimientos solo por el simple hecho de que no se puede convivir con la mediocridad de la indiferencia, en fin, ¡Ah, el pobre de Herzog!, es por este hombre, por ese maestro desahuciado y maltratado por una sociedad que lo rechaza a él, y a su ideal de ser mejor solo por el hecho de considerarlo raro y melodramático, y que muy bien retrató Saúl Bellow, pues es cierto, aprendí de él, de este maestro canadiense y norteamericano, que sí se debía retratar al ser humano debería hacerse a partir de su propia derrota, y angustia. Es por ello, créeme, que pienso que estos hombres de la literatura, no murieron en balde, como tampoco vivieron en balde, sino al contrario siempre trasmitieron esperanza, transmitieron un modelo de sociedad, de futuro, Ahora, espero comprendas porqué me empeño tanto, en recordar que caminamos juntos el mismo sendero, acción que francamente considero indispensable si queremos vernos como agentes reales de cambio y de una mejor colectividad.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
Interpretaciones
Pienso, y escribo esto a modo de manifiesto porque un manifiesto es eso, una declaración por escrito pública de principios e intenciones que un artista hace a partir de su propia concepción del mundo que le rodea. Sucede que para intentar explicar algunas cosas que siempre se me pregunta, o se me supone desde la otra mirada, decidí hacer un alto a mis escritos, y escribir - o en todo caso describir porque los actos humanos obedecen a descripciones- qué está sucediendo conmigo. Sucede, pues bien que desde hace muchos años atrás, y tal vez para acercarnos más a esa exactitud sincera, creo que desde que murió mi padre, hace casi ocho o nueve años, y que son los mismos tiempos por los que- probablemente un año más o un año menos- decidí venirme a vivir a Lima, o tal vez haya influido mucho ese viaje a Centroamérica que realicé en su momento hace nueve años, y que por cierto, tuvo lugar allí esa plática desgarradora que de un haitiano desconocido extraería para mi vida . Sí creo que fueron por esas épocas en que empecé a entender cuál debía ser en adelante el rumbo de mi propia supervivencia, o vida para referirme a lo mismo, en adelante, o de mi línea de trabajo permanente de la que hoy, y más que nunca, considero firme y realista, porque no se trata de un sueño ya, sino de una concreción ideológica y programática, y al decir esto, que lejos me veo de un partido doctrinario político, o de una institucionalidad religiosa, o quizá de un grupo literario específico, no, y no porque se trate de ser un antisocial, o un desarticulado de la acción política como he escuchado que de mí se ha dicho. No, no considero que esto sea así, el compromiso es importante, es más dignifica al individuo que desarrolla este oficio del escribir. Considero simplemente que soy libre pensador, un buscador, un observador y un cuestionador, y aquí hay que zanjar algunas cosas, no considero que un libre pensador tenga ataduras con nadie, es más no debe tener deudas morales con nada ni nadie, ni siquiera deudas de ideas, o lo que muchos llaman plagios, título peyorativo de los académicos que francamente, me parece una ridiculez, porque una cosa es plagiar, y eso todos saben en qué consiste, y otra muy distinta es asimilar la comprensión de los mensajes, y tomarlos como rumbos propios, no para ser iguales, sino para ser diferentes, y marcar nuestra propia línea. Sería algo, estúpido querer ser tal o cual persona, cuando en realidad debería elegir, ser distinta, o en todo caso propia, ya que uno mismo es sujeto histórico de su propio tiempo.
Ahora bien, esto que expreso me lleva a situarme en Buenos Aires del Perú, en mi niñez y en mi adolescencia. Mi vida a escasas cuadras de esa enorme playa con la que cohabité y por donde pude andar en su momento, jamás imaginó que veinticinco años después, terminaría haciendo esto, dedicándome a esto, y tomándole cariño a esto que hoy hago, que es escribir, sí, jamás imaginaba por esas épocas en que solía mirar a las gaviotas o a los pelícanos o a los muy muyes corriendo hasta hacer pequeños huecos en la arena mojada en el que se metían hasta desaparecer con todo y colita, en fin. Sí, no imaginaba por esas épocas que luego, años después, me sentiría de pronto seducido por esos geniales hombres y mujeres de la palabra escrita que leí desde siempre, hasta dejarme arrastrar por este tentador laberinto del pensar y del escribir, del escudriñar en la mente entre presentes, pasados y futuros con el único fin de sacar de esos mundos internos, acepciones e interpretaciones, así como personajes con sus extrañas, absurdas y hasta desquiciadas vidas ajenas, sacar emociones conmovedoras y conspiraciones rebeldes, en fin, tantas resultantes que solo el inimaginable orbe de la creatividad nos puede dar.
Camino al compromiso y a la esperanza
Luego, si hablo constantemente del hecho de sembrar esperanza y plantar ilusiones, como una buena amiga expresó en sus palabras, pienso que se debe más a una revelación que se dio en su momento porque pienso que el pensamiento y toda esa posibilidad detrás suya del conocer y del analizar se revelan en su momento, producto del devenir de la vida y de las múltiples inconsistencias que ella trae consigo, es allí que se va dando forma a nuestro carácter, a nuestro temple, a nuestro sentir, y todo eso que tenga que ver con nuestra propia personalidad, y es más, es bastante probable, que sean estas inconsistencias las que nos hagan diferentes unos de otros. Ahora bien, también hay otra posibilidad, y esa obedece a una construcción que se haya ido dando por periodos, y en los cuales mis propias crisis existenciales jugaron papel importante en todo esto de reafirmar las convicciones y luchas morales mías.
A continuación, debo reconocer que el espíritu comprometido que aviva en mí, esos deseos de esperanza, y que se ha convertido en luz de mi propio camino, no se hubiera gestado nunca, o tal vez de gestarse, se hubiera derrumbado pronto frente a tantos debacles morales al no encontrar cimiento verdadero, y esto me lleva a citar la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca, y que pasó la lluvia, el desborde de los ríos, y el soplo de los vientos, mientras que el otro que construyó su morada sobre arena, no sobrevivió, fue un desastre; así pues cual roca de mis pensamientos debo mucho- lo he dicho siempre, y lo seguiré diciendo mientras viva-, a esos maestros de la posguerra europea y norteamericana, hombres y mujeres ejemplares que nunca llegué a conocer, pero capté y asimilé bien sus mensajes, al punto de sentir en mis momentos de soledad angustiosa que me hablaban a través de sus acciones y personajes. Encontrarme de pronto con Sartre, y su compromiso con la libertad, o con Saramago, y su desasosiego permanente no tuvo comparación, como no tendría comparación alguna, recordar de pronto esa hermosa carta que el joven poeta Miguel Hernández, escribiera a Aleixandre, y que sirvió como preámbulo para "Viento del pueblo" en la España de 1936, "Vicente: A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres"; creo que han sido estos aportes enormes los que han definido mi templanza y mi decisión de optar por una escritura más abierta y cercana posible a cuánto hombre o mujer pudieran acceder a lo que escribo. Cómo no recordar a Camus, y sus dos preciados ejemplos del rechazo a la tiranía, y el hecho de no mentir respecto a lo que se sabe. Boll? Heinrich Böll?, ese estoico y moral escritor alemán, y su entrañable Schinier, a quien siempre respeté desde que pude acceder a sus cuestionamientos y sufrimientos solo por el simple hecho de que no se puede convivir con la mediocridad de la indiferencia, en fin, ¡Ah, el pobre de Herzog!, es por este hombre, por ese maestro desahuciado y maltratado por una sociedad que lo rechaza a él, y a su ideal de ser mejor solo por el hecho de considerarlo raro y melodramático, y que muy bien retrató Saúl Bellow, pues es cierto, aprendí de él, de este maestro canadiense y norteamericano, que sí se debía retratar al ser humano debería hacerse a partir de su propia derrota, y angustia. Es por ello, créeme, que pienso que estos hombres de la literatura, no murieron en balde, como tampoco vivieron en balde, sino al contrario siempre trasmitieron esperanza, transmitieron un modelo de sociedad, de futuro, Ahora, espero comprendas porqué me empeño tanto, en recordar que caminamos juntos el mismo sendero, acción que francamente considero indispensable si queremos vernos como agentes reales de cambio y de una mejor colectividad.
Desde Lima, Ciudad Capital del Perú.
Víctor Abraham les saluda.
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