Manifiesto de la sinceridad: formación del compromiso (*)
![]() |
OPINIONES DE UN PAYASO. INTERNET |
En el preciso momento en que su
madre le vuelve a insinuar, decepcionada y atónita, a Hans Schnier, sobre qué
va a hacer de su vida, y en recíproca orientación, su padre, ante una respuesta
nada convencional de "payaso", intenta,
en esfuerzos perdidos, convencerlo: "Querrás
decir actor — bien — quizás pueda enviarte a una escuela". Ese "¡no…, actor no, he dicho payaso, y las
escuelas no me sirven para nada!”, ese ¡no!
resulta magistral en los labios de ese muchacho de veintisiete años, porque –
para quienes hemos leído Opiniones de un
payaso, (1963) – , sencillamente esa necesidad de autoafirmación toma mayor
fuerza a partir de allí. Esa furia contenida del padre entonces, y solo
escapada por un perdido, "Pero, ¿qué
te has creído?", y otra vez esa respuesta del hijo. "Nada", "Nada",
fueron puntos claves para afianzar este oficio mío de escritor independiente,
libre y crítico que me acompaña ahora, épocas en las que, hasta ese momento, no
tenía definido. Fue aproximadamente hace ocho años, y ya había publicado mi
primer trabajo de poemas. Por esos días tenía entre mis manos, el libro del
alemán Heinrich Böll, autor del citado libro, y por situaciones de la vida, edad
coincidida con la del payaso, protagonista de la historia.
![]() |
EL EXTRANJERO. INTERNET |
Al año siguiente, 2009, por los
primeros días de ese verano, llegaría a mis manos el trabajo del escritor francés,
Albert Camus. Se trataba de un discurso cuyo título era, La misión del escritor, preparado, y pronunciado por este, la noche
del 10 de diciembre de 1957, como respuesta de agradecimiento a la concesión
del Premio Nobel de Literatura; texto que hice mío, y que jamás aparté de mi
mente y mi corazón. Es más, su contenido dio esa estocada final que me faltaba,
la rebeldía a lo impuesto, y la necesidad implícita de siempre defender la
verdad, ya que en sus palabras, "un
escritor no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino de
quienes la sufren", y "la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre
en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo
que se sabe y la resistencia a la opresión", quedó cifrada mi más
grande enseñanza.
![]() |
ARCHIPIÉLAGO GULAG. INTERNET. |
Llegaron posteriormente, para
seguirme nutriendo mental y moralmente: la "escritura decididamente
comprometida" del también francés Jean Paul Sartre, los "ejemplos
de lucha y resistencia al propio stalinismo soviético, que ese “incompresiblemente” para su tiempo
Archipiélago Gulag, (1973), me hizo entender: un nuevo binomio política-
escritura", de la mano de su escritor
Alexander Solzhenitsyn. Los italianos Luigi Pirandello y Salvatore
Quasimodo, con su "pasión por el sufrimiento del alma
humana", y esa "visión clara de lo que, en la acción
y en la consecuencia, representa un poeta épico", respectivamente me
sirvieron de mucho. Más adelante, las "preocupaciones constantes
en torno al anarquismo, el sindicalismo, la educación y la libertad en sí
misma", escritas por el filósofo, pensador y escritor británico
Bertrand Russell me sirvieron del mismo modo para aclarar ciertos conceptos que
a mi visión ya tenía como profesor, los cambios estructurales de una sociedad y
los movimientos cíclicos operantes en ella.
![]() |
HERZOG. INTERNET |
Por otro lado, leer las páginas
de Herzog, (1964), del canadiense de origen judío Saul Bellow, me
acercaron a entender la descarnada lucha de "ese profesor que
dejándolo todo decide de pronto vivir una vida más real y más consecuente en
sintonía con su propia consciencia, en afán de mostrarnos que la humanidad del
individuo siempre está latente y que no debe olvidarse jamás en ningún
tiempo". El joven poeta español Miguel Hernández,
también ha servido de mucho para entender a través de "El rayo que
no cesa", (1936), y "Vientos del pueblo",
(1937), que "el individuo no está solo en su lucha por devolver la
justicia a este mundo, y que ante la sombra de un poeta siempre se levantan
otros como instrumentos que ruedan desde la eternidad de la nada hasta los
corazones esparcidos".
![]() |
LA PALABRA DEL MUDO. INTERNET |
Entre los últimos escritores
comprometidos, José Saramago, portugués, impecablemente "honesto,
claro, directo en su decir exactamente cómo pensaba, y consecuente con ese
ciudadano que todo escritor es ante todo", y Eduardo Galeano,
uruguayo, "noble y extremadamente sencillo, preocupado porque no
dejásemos nunca de soñar y de develar los misterio de las cosas
chiquitas", también han servido a esa extraña formación mía del
desasosiego. Por otro lado, volviendo los ojos a mi país, reconozco que
leer parte de esa "creación heroica", de ese pensamiento
cifrado en una preocupada expresión "Peruanicemos al Perú", en
palabras del mismo José Carlos Mariátegui, o en Julio Ramón Ribeyro, quien a
través de sus cuentos, hace lo que es difícil para el artista vivo, "dar
la palabra al mudo, aquel que no puede hablar pero está allí, sintiendo, sufriendo,
y esperando que alguien imprima su voz misma". Alejandro Romualdo
y César Vallejo, también han sido grandes maestros dentro de esta formación mía
de comprender que "la solidaridad universal y el amor traducidos a
los actos humanos pueden lograrlo todo".
Lima, Perú
Víctor Abraham
(*) Artículo escrito para la revista cultural "Pluma de gallinazo". Editada por la Cámara Popular de Libreros de Amazonas. Lima, Perú.
Comentarios
Publicar un comentario