Ciudadanos de una nueva generación

2.16 pm. Cuarto de trabajo. Sábado 24 de diciembre. Ciudad de Lima. Estado reflexivo. Suena una música (Momentos que quedarán así grabados en la mente, parte de la letra de la canción Una emoción para siempre del cantautor italiano Eros Ramazzotti, músico al que en realidad escucho desde mucho tiempo). Sonrisas en el pasadizo. Un abrazo recién recibido. Cuadros de artistas en la pared. Tarde tranquila. Todo inicia bajo esta parafernalia espacial. Melodías van, melodías vienen. Recuerdos en la mente. 


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Agradecer y reflexionar

Resulta necesario para un análisis consistente el nivel de consciencia, madurez y sobre todo de humildad a la hora de sopesar: lo hecho, o dejado de hacer; lo prometido, o incumplido; los aciertos que significaron esporádicas alegrías, o desaciertos que nos acarrearon serias preocupaciones; las metas alcanzadas, o las frustraciones que quedaron archivadas allí, simplemente en el inconsciente personal; la continuidad de deseos, de motivaciones, de expectativas, de vitalidad que con el inicio de este año que se va, empezamos; y tal vez por qué no las pérdidas que hoy, en nosotros, son altamente notorias, desde pérdidas humanas hasta pérdidas materiales; personas que llegaron a nuestra vida sin proponérselo y que con sumo detalle significativo empezaron a marcar a fuego nuestra existencia, otras que se fueron, que se fueron porque las dejamos ir simplemente, o porque no nos atrevimos a retenerlas: el orgullo nos venció; oportunidades que se fueron sin concretar; lecciones que quedan, y que sirven para seguir avanzando, para mejorando; experiencias que servirán para nuevos proyectos, o tal vez para consolidarlos si ya está en ejecución, en fin.

Un periodo más que se va, otro que está por llegar. Retos que nos atrevimos a asumir en equipo; acciones heroicas que encabezó nuestro volátil y rebelde comportamiento; amigos y conocidos nuevos que hoy llegan a nuestra vida, y que es necesario cuidar. Puertas nuevas que se nos abrieron en el camino y que hoy al cerrarse debemos agradecer, agradecer quienes nos invitaron a entrar por ellas Término de otro año cumplido y trabajado en donde los espacios de tiempo, los instantes, que transitaron por nuestras acciones y emociones seguro, forman ya parte de nuestro crecimiento, de nuestro imaginario personal, de nuestra consciencia e identidad individual, en fin.

FOTO: INTERNET
Agradecer a quienes nos acompañaron este año en las buenas y malas, y a quienes también, a pesar de no atreverse a hacerlo, significaron mucho para nosotros. Agradecer a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros conocidos, y también por qué no a los tantos desconocidos que desde lejos continuamente nos acompañan con sus buenos deseos, que esperan, sin darnos cuenta, mucho de nosotros. Agradecer a quienes, tal vez sin esperar mucho de ellos, nos regalaron lo mejor que tenían, desde su tiempo, su buena voluntad hasta sus deseos de bienestar. A quienes nos regalaron su presencia física, y a quienes apoyaron nuestros sueños y pensamientos, asumiéndolos como suyos también.


Pensar y reflexionar

Pensar, pensar en los múltiples esfuerzos que hicimos, sino solos, tal vez en equipo, con más personas, y que por cierto significaron, sino algo, mucho. Tener en cuenta que cuando se hacen las cosas bajo la mirada de un bien común y con el aporte de muchos, los resultados se hacen más gratificantes. Pensar en las variadas promesas que hicimos y que aún nos queda por cumplir.

Pensar en nuestra existencia, y en el largo tramo por recorrer que tenemos aún dentro de ella porque el futuro no está escrito: lo que tenemos solo es presente, y el presente es lo que hay, el presente es la representación de esos puñados de instantes, instantes de tiempo que bien podemos emplearlo en seguir apostando por el bien, por lo necesario. Pensar en los consejos que recibimos, en las muestras de afecto recibidas. Pensar en qué tanto dimos de nosotros para el otro.

Pensar en cuánto hemos crecido como ciudadanos de un país, un país cuya línea de división entre los que quieren un cambio y quienes parecen estar conformes con lo establecido va empezando a marcar cierta distancia con resultados favorables para los primeros. Pensar que aún estamos en deuda como nación con los más desposeídos, con los más desprotegidos, con los más humildes, gente que sin tener mucho siempre da todo de sí.
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Es hora de ponernos en pensar en qué hemos logrado como colectividad gracias a nuestra unión. Si nos hemos unificado más, o nos hemos disociado más como individuos unos de otros, empezando por nuestras familias, o nuestros círculos de amistades. Cuánto hemos avanzado respecto a nuestra propia sensibilidad, conocimiento, entendimiento, y sobre todo comprensión. Pensar en el nivel de cuestionamiento y de compromiso que hemos alcanzado, y qué tanto de esto hemos puesto en favor de las numerosas luchas que día a día reclaman nuestra participación, más que pasiva, activa.

Pensar en cuánto hemos intentado crecer como personas, y qué porcentaje de nuestra libre voluntad guardamos para rechazar las atrayentes parafernalias materiales del mundo, y evitar así que estas terminen automatizándonos cada día más. Es indudable que el futuro, como diría Kim Woo-Choong, "depende de la generación presente, más que de la generación del pasado". Así podríamos decir que los tigres asiáticos hoy en día como Corea o Japón, son resultado de una generación proveniente - y sobreviviente- del exterminio nuclear y político del siglo pasado, que sin embargo, en su tiempo presente, y a pesar de sus propias limitaciones, pudo levantarse, volver a producir, ahorrar y prosperar gracias a una generación de valores que los acompañó desde siempre. Por eso, los valores generacionales aquí, son importantes, son símbolo de esencia, de tradición y sobre todo de idiosincrasia y configuración de la propia identidad de una nación.
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Ciudadanos de una nueva generación

Habría que promover, crear en todo caso, o forzar -de no existir- el surgimiento de una cultura del rechazo, cuyos mayores soportes sean la ética y el cuestionamiento. Escribí esta frase para un artículo este año, convencido de que una nueva generación de gente pensante debería empezar a ponerse de pie y decir, "¡Basta ya!". Decir "¡Basta ya!",a los atropellos insensatos de esa enorme maquinaria neoliberal seudopolítica, consumista e inhumana que copa día a día los poderes más fuertes del Estado, y que, dicho sea de paso, pareciera haber terminado domesticando a su población. Maquinaria que paradójicamente ha encontrado la manera brillante de lograr sus propósitos en estos tiempos, nada más y nada menos que, gracias a sus mayores colaboradores y operadores, los jóvenes, quienes inconscientemente han terminado siguiéndole el juego a los creadores de su propia dominación a cambio de posiciones estratégicas, incentivos materiales, nuevos clichés de status, en fin.

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Asimismo, es indudable, hoy más que nunca, afirmar que asistimos todos a la construcción de futuras y nuevas sociedades más sofisticadas, es cierto, pero también más pobres cultural y moralmente. Sociedades sin valores donde reina un establishment que ha terminado tecnocratizando las mentes de los innumerables jóvenes, a vista y paciencia de sus propios padres; jóvenes que cada año ingresan a universidades. Centros de estudio superior que le han terminado haciendo creer a la ciudadanía que la mercadotecnia empresarial es más importante que el estudio de las humanidades, la realidad global, y la filosofía. Centros cada vez más alejados de la realidad inmediata, preocupados en alcanzar la tan ansiada acreditación institucional, como si fuera esta una carrera de hipódromo, dejando en esa carrera de desquiciada competencia,  la formación integral y deontológica del futuro profesional. De allí que no resulte extraño, el hecho de vislumbrar un futuro plagado de profesionales autómatas, desbocados entre sí, egomaníacos ciegos de humanidad y sensibilidad.


Respuesta ciudadana

Por eso. hoy, la gente tiene que aprender a cuestionar duramente lo que a la luz de los acontecimientos no sea ético, tiene que aprender a no seguir fácilmente, sobre todo este ejercicio debe quedar claro en nuestros jóvenes. En estos casos, el rechazo es saludable y pertinente, pero solo cuando parte del análisis en base a la experiencia misma del individuo. Luego, un país justo y decente no solo puede construirse con ofrecimientos, con caudillos políticos que dicen, "Dadnos su voto y haremos una patria grande". No, esos intentos son el pasado, en la práctica real han fracasado todos, y no solo por la no aplicación del programa in situ que trazaron al inicio, sino porque fueron devorados por ese colosal e irremediable ego que absorbe a los hombres cuando se sienten poderosos (ah, ese absurdo poder por maniobrar las consciencias ciudadanas). Una vez hechas autoridades son otros. Por eso, los ciudadanos deben intentar ir más allá de ese simple querer, deben organizarse, juntarse, ayudarse mutuamente, y en esto la reacción organizada es vital. Cuando una ciudadanía se organiza alrededor de un proyecto, o mejor aún sale a las calles pacíficamente, con rosas blancas, como diría Saramago en sus cuadernos, adquiere el poder real, porque el solo uso de su consciencia lo empodera. De allí que las tesis del búlgaro Elias Canetti, o del polaco Czeslaw Milosz, en "Masa y poder", y "El poder cambia de manos", respectivamente, adquieran fuerza relevante para estos tiempos.


Un país justo y decente no solo puede construirse con ofrecimientos,
FOTO: ARCHIVO VOTO NULO 2016
Esto que escribo líneas arriba, dentro del párrafo anterior para ser más preciso, surge a raíz de los acontecimientos del 10 de abril, día memorable en que un supuesto estado de Derecho y de libertades democráticas no sirvió para nada, salvo para consumar el más mercenario e hipócrita de los fraudes institucionales que en los últimos años se pudo haber visto, el mismo que llevó precisamente a los peruanos a definir en una segunda vuelta electoral entre el Sr. Kuczynski Godard y la Sra Fujimori Higuchi. Segunda vuelta que se consumaría días posteriores, un 5 de junio para ser más exactos, y que de igual manera quedaría simbolizado como el día en que la sociedad civil guiada por una izquierda derechista justificó la mentira y el conformismo bajo un insensato Voto "crítico"en favor de la defensa de la gobernabilidad y los intereses creados. Voto "crítico" que puso al descubierto la traición abierta de esa izquierda desgastada, cavernaria, profesa de esa corriente stalinista enferma, sádica, donde el estado de conveniencia de sus miembros puso en evidencia su intensidad de ambición a más no poder, y que muchos jóvenes siguen sin analizar, o por simple amiguismo, o confort partidarista, o simplemente por expectativa de un pequeño cargo laboral momentáneo al interior de alguna ONG u otro organismo burocrático.

EN LAS CALLES. ARCHIVO VOTO NULO 2016

Es más me atrevería a decir que el 5 de junio significó el inicio del fin de la propia izquierda de este país, puesto que ese mismo día empezó a cavar su propia tumba. El liderazgo que por décadas sometió la voluntad popular de los millones de ciudadanos de este país, hoy solo es parte cruda, fósiles hilachos de una masa informe que se resiste a morir, gracias a las dádivas que recibe de los favores mediáticos de los Gobiernos de turno, o de las ONGs, que hoy sirven de agentes parasitarios entre luchas de poderes burgueses, muestra un botón, el incidente Jaime Saavedra, ex ministro de Educación.

Mención aparte merece la organización de un movimiento político de vanguardia, que empezó a gestarse desde el año pasado, alrededor de un nombre muy singular, dado el tema de debate coyuntural por aquellos días, como fue el espacio autónomo Voto Nulo 2016. Movimiento gestor y emancipador de consciencia nacional,  que supo abrirse camino propio dentro del terreno de una contienda electoral accidentada, amañada, corrupta, y llena de pasivos institucionales. Movimiento amparado constitucionalmente bajo el Art. 184, que en medio de la incertidumbre profética de algunos, y gracias a la consecuencia de millones de peruanos que optaron por devolver la decencia a este país, hizo que la suma de votos nulos ascendiera a casi 5,758.989 de ciudadanos peruanos, esto es en porcentajes reales, según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), al 100%, alcanzara el equivalente al 25.15%. Hecho histórico para un país donde la sumisión está a la orden del día.

FOTO: ARCHIVO VOTO NULO 2016

Así, el 10 de abril también significó que Voto Nulo 2016, más tarde convertido en Nueva resistencia quedara lejos de ser categorizada solo como mero proyecto de utopías, o reacción individual de justo reclamo, sino al contrario alcanzara el hecho palpable de realidad, una realidad que en menos de un año de vida y de trabajo se terminó constituyendo en una alternativa ciudadana seria, ética, y consecuente. Una realidad palpable que ha tomado carácter, hoy en día, de cuerpo orgánico, social, político, y sobre todo de esperanza por ver un país distinto, decente y mejor. Una realidad convertida en la tercera fuerza nacional, al finalizar los comicios generales 2016. Esto no hizo más que confirmar una teoría que surgiera al interior del propio movimiento, días atrás, que atrevernos a anular el voto hoy en día, como respuesta organizada- y masivamente contestaria-, es ya de por sí uno de los mayores y nuevos desafíos democráticos, que de cara a este siglo, los pueblos podemos hacer.

EN CAMPAÑA. FOTOS: ARCHIVO VOTO 2016

Palabras para una despedida

En la lucha contra la falsedad el arte siempre vence, escribió Aleksandr Solzhenitsyn en ocasión de la recepción del Premio Nobel el año 1974, en donde, no por casualidad, su discurso La belleza salvará al mundo, en clara alusión a la conocida frase de la novela El idiota de Dostoievski: “La belleza salvará al mundo”, intentó delinear la fuerza moral del individuo y el eco de esa resistencia en posteriores generaciones, la lucha por la sobrevivencia de los valores humanos en un mundo cada vez más caótico, globalizador y aniquilador de consciencias cívicas y ciudadanas, el rechazo a las prácticas dictatoriales, a los horrores del egoísmo político, de la insensibilidad de los corruptos, de la intransigencia de los que manejan el poder. La búsqueda de la creación espiritual independiente, la apuesta por el arte mismo y su proyección al campo de la vida, las humanidades y la ética. Estas palabras no hacen más que llevarnos a reflexionar que un individuo no puede declararse centro de su existencia propia, sino ha logrado primero crear un sistema espiritual equilibrado a su alrededor, es decir en su comunidad, en fin, lo dejo allí, como una invitación a repensar los actos que han encaminado nuestra vida este año, y que de hecho tenemos que mejorar.

FOTO: Yarleth Fcq
Felicidades por el año que viene y sendas reflexiones por el que se va. Entrañablemente para todos de manera abierta y sin medida un fraternal saludo desde donde me encuentre, sea cercano o lejano a cada uno de ustedes. 

Atentamente.

Víctor Abraham

Lima, 24 de diciembre del 2016


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