Maestros de América Latina

A mis estudiantes del 6.to grado

Como parte del programa de Razonamiento Verbal, que estuve desarrollando para una escuela este año, aquí en Lima, y movido por ese deseo de fomentar esa siempre necesaria consciencia crítica en los estudiantes, decidí, en mi condición de maestro, y fiel a la idea que de la figura del maestro como sujeto de acción transformadora, política y social tengo, desarrollar un ciclo de lecturas y de exposición de vídeos referentes a los diversos pensamientos de personajes que supieron marcar en su tiempo un hito en la educación de sus pueblos, en la defensa de los derechos fundamentales de la persona, en el trato igualitario, en su lucha por atender la mirada del indígena como parte fundamental de ese planteamiento que desde inicios del siglo pasado José Vasconcelos denominaría Raza cósmica, en fin.

Fuente: Universidad Pedagógica Nacional

Profundizando en el inmenso mundo del ciberespacio, me encontré con una colección denominada, MAESTROS DE AMÉRICA LATINA, producido por la Universidad Pedagógica Nacional, en conjunto con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Cultura y la Educación (OEI), y el Canal Encuentro. Este proyecto audiovisual narra la vida y obra de ocho pedagogos trascendentales para la historia de la educación latinoamericana. Un repertorio compuesto por Simón Rodríguez, Domingo F. Sarmiento, José Martí, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Gabriela Mistral, Jesualdo Sosa y Paulo Freire.

Actividades de diálogo, lluvia de ideas, resúmenes y elaboración de trabajos concretos como mapas, cuadros sinópticos, paneles, inclusive hasta la confección de una lonchera de cartón con las fichas de los personajes trabajados sirvieron para que dentro del plazo de dos meses aproximadamente los estudiantes pudieran acercarse al pensamiento de estos maestros. Vitales, pienso, dados los contextos histriónicos y aburridamente decorativos que hoy vivimos, tiempos en los que está inmersa nuestra sociedad del presente; hecho bastante necesario para asumir una reflexión general y colectiva urgente con el fin de retomar estas ideas y conceptos, que ya desde mediados y finales del siglo pasado constituyeron preocupaciones comunes a estos educadores latinoamericanos en su intento por combatir males como el analfabetismo, la ideología del positivismo europeo que vislumbraba más una América europeizante, en palabras del amauta peruano José Carlos Mariátegui, en vez de una identidad propia latinoamericana. Gobiernos militares, dictatoriales, conservadores, clasistas, fascistas, unidos a fantoches académicos de claustros cerrados que lejos de contribuir a optar por, eso que a ojos de Simón Rodríguez significaba, una educación más popular, social, global, ajeno a clases e intereses, a credos e ideologías, a creencias, condiciones de sexo, raza e idiosincrasia, optaban por el silenciamiento y el amedrentamiento. Porque "no atender la educación ni darle herramientas culturales y formativas de desarrollo al pueblo”, en palabras de aquel insigne maestro de Simón Bolívar, “es un acto inhumano y cruel".

Escritura y pedagogía

Una Gabriela Mistral, incesante por llevar a cabo una lucha en favor de la educación chilena, y un acceso a la misma para las mujeres, los niños y los viejos haría que opte por la decisión no solo de convertirse en poeta, sino en maestra rural hasta llegar a los pórticos más altos de la literatura mundial en 1945, el Premio Nobel de Literatura. Un héroe independentista de la revolución cubana de 1895 que, a pesar de haber sido deportado muchas veces y obligado a vivir fuera de su país, no dejó nunca de ser un verdadero cubano, un auténtico patriota: José Martí. Diría este mismo, años más tarde, durante su estancia en Nueva York, sí este mismo autor de VERSOS SENCILLOS, "Los versos no se han de hacer para decir que se está contento o triste, sino para ser útil al mundo, enseñándole que la naturaleza es hermosa, que la vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie debe estar triste ni acobardarse mientras haya libros en las librerías y luz en el cielo, y amigos y madres", (1899), y es que este mensaje se mantiene hasta hoy vivo. La poesía al servicio de la revolución, y se me vienen a la mente, Vallejo, Miaskovski, Neruda, Quasimodo, Alberti, Grass, y hasta el mismo Heraud o Romualdo en Perú, en fin.

La lucha de Martí en favor de una educación para los niños y niñas -anticipándose a lo que se conocería como siglo XX, “Siglo del niño”-, llevaría a convertirlo en fundador y director de una revista para niños, LA EDAD DE ORO (1889), que a pesar de sus escasos cuatro ejemplares, no dejó nunca de hablarles en sus páginas a quiénes, a su entender, consideraba una nueva generación de mujeres y hombres libres capaces de amar su suelo y defender la solidaridad universal entre los pueblos de Latinoamérica. Expresaría en sus páginas,“Se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras (…) Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón. (…)Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros. (1889)”.

Por otro lado, "La educación es el fundamental instrumento de transformación social en cualquier proceso que exige cambios profundos y permanentes, en cualquier época y sean cuales fueren las circunstancias y regímenes que tengan que operar en tal sentido", en palabras de Jesualdo Sosa, escritor y pedagogo uruguayo, en su libro VIDA DE UN MAESTRO (1935), ya alumbraba desde las primeras décadas del mil novecientos que las situaciones pedagógicas no podían estar de costado ante las situaciones históricas, sociales, políticas y económicas de la comunidad marginal en donde pueda ser albergado un maestro. "Si un maestro no asume un compromiso con el ideal político huye entonces de las responsabilidades culturales de su tiempo, no estando a la altura de su tarea. (Jesualdo, 1935).

Pedagogía con compromiso político: De la dominación a la emancipación.

"Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte", sostiene Simón Rodríguez, en su libro DEFENSA DE BOLÍVAR (1830). Soñar el compromiso de la independencia y la libertad en medio de una sociedad de dominación, sería este el resumen de la vida y obra de este insigne maestro venezolano, años más tarde, viajero y fundador de escuelas de Castellano en Francia. Pensar una educación pública y popular para todos, a partir de la posibilidad de “atentar” contra el establishment político que representaba la Corona Española en América en ese entonces, no solo le valdría deportaciones, sino despojo y renuncia a su propia posibilidad de ser un burócrata más. Las primeras escuelas, aquellas donde apenas se percibía un sueldo honorable, alejados de todo apoyo de la Real Audiencia en el Virreinato de Nueva Granada, o la no aceptación de unir experiencias pedagógicas en favor de las mayorías, fueron muchos de los desencantos temporales que jamás mellaron en su consciencia, quien entendió que la lucha en favor de niños, mujeres, e indígenas estaba sustentado en su necesidad de ser una persona instruida, entendiendo para ello el aparato político como el soporte principal a conscientizar primero. Para las ciencias, para las artes, para el comercio; por la inclusión de pardos y morenos, la imagen viva de un pensamiento nuevo, un pensamiento de igualdad. El progreso social a partir de la educación. Escuelas en medio de guerras de independencia. Deseos de emancipación en medio de abusos de dominación.

LA RAZA CÓSMICA (1925), supuso la defensa de la identidad del indígena, la lucha por devolverle sus derechos, "derechos de un pueblo iberoamericano mestizo, vanguardia de América Latina, de la humanidad futura", palabras que haría suyas el visionario y educador mexicano José Vasconcelos, a inicios de un siglo XX, donde el analfabetismo de los trabajadores en México era altísimo e inconcebible. En medio del calor de la Revolución Mexicana de Zapata, de una oligarquía terrateniente conviviente con el dictador Porfirio Díaz, donde las protestas eran pan de cada día, surgen las ideas que acercan a Vasconcelos a la posibilidad de abrir un modelo educativo nuevo, muy contrario al positivismo europeo, basado en el pensamiento crítico, promovido en sus inicios por el Ateneo de la Juventud Mexicana, centro de instrucción preocupado por sembrar en la juventud el concepto de la identidad cultural y latinoamericana. La ética y los valores latinoamericanos son fundamentales en este proceso. Preocupado por entender la Política y acercarse a ella para generar el cambio, ofició como funcionario de Instrucción Pública, se postuló a la Presidencia de la República en medio de una campaña desigual. "Por mi raza hablará el espíritu", lema durante su rectorado en la Universidad Nacional, hoy UNAM. Preocupado por la alta cultura, difusor de los libros, propulsor de bibliotecas, desarrollador de programas de desanalfabetización, promotor de educación indígena, arte, pintura, y de pensadores nuevos, impulsador de las escuelas rurales, defensor de la herencia cultural universalista, creador de las Casas del Pueblo, centros de educación de atención para campesinos, Vasconcelos es la figura central de cómo un maestro debía también estar comprometido con la lucha política.

Finalmente, entendiendo siempre la educación como el instrumento fundamental del progreso humano para cualquier sociedad que aspire a vivir un futuro con dignidad, solo podría agregar que negar o empobrecer dicho proceso en la gente no haría más que desnudar la condición mediocre del que dirige un pueblo, del mal político. Por eso, la importancia de los maestros, de comprender su trabajo, ayudar y entenderlos. Ya que, bien es sabido que la educación libera y empodera la consciencia del individuo, lo hace crítico y juicioso.

Así la educación vista desde esta óptica tiene sabor a futuro, por eso hay que luchar por ella, por eso, los maestros deben pensar políticamente, entendiendo lo político, como el arte de criticar y cuestionar permanentemente.

Lima, Perú.
Víctor Abraham

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