Respuesta necesaria a la Democracia del Poder

La gente sí puede dar una respuesta política a la corrupción generalizada de este país, y esa radica principalmente en el rechazo a la clase política convencional establecida que se ha levantado a expensas de la buena fe de sus electores por más de treinta años: padres a hijos, y estos a sus hijos, como dirían en España los profesores politólogos de la Universidad Complutense, una CASTA, sí una casta tan sinvergüenza que ha llevado al país a su debacle moral, una casta que ha franeleado el piso más fangoso hasta tocar fondo con la autoestima del peruano. Los resultados, una creciente indignación nacional. Vemos hoy en día, que esa democracia falsa, que nos enseñaron desde la escuela, una democracia pactada entre poderes, que no sirvió para nada, salvo para mentir, robar y dar inmunidad a los corruptos, hoy se está cayendo a pedazos, ella, con todas sus instituciones y albaceas custodios, individuos sin sentimiento de Patria.

En sociedades donde las ansias de Poder son grandes,
la justicia es ciega. FOTO: Internet
Muchos decían antes, “hay que defender las instituciones de la democracia”, “hacer reformas, pero desde la institucionalidad, no al margen de ella”, sin embargo hoy nadie se atreve a poner las manos al fuego por esta. Tenemos un parlamento lleno de fantoches y cadáveres políticos, cuyo nivel de instrucción y sentido común es paupérrimo; tenemos un Poder Judicial, una Fiscalía, y una Magistratura que no es capaz de sacudirse de la corrupción y marcar posición frontal, transparente, con un deslinde claro y ético, al contrario lo vemos plagado de padrinazgo, que mide con vara desigual a los distintos acusados, leyes de embudo, cárceles doradas para gente que le roba y le miente al país, so pretexto de ser, o haber sido funcionario público; tenemos un Poder Ejecutivo totalmente inmoral, compuesto por tecnócratas de espaldas a la realidad, gente sin piedad social, o “falsa piedad”, o simplemente mala fe, en palabras de Sartre, gente acostumbrada a dar recetas de desarrollo social desde los auditorios de universidades caras, en cuyas puertas se escribe "se reserva el derecho de admisión", masa de tecnócratas, lideradas por un presidente que ni siquiera es peruano, hoy cuestionado, según precisa el diario La República, por haber recibido entre otros pagos a cargo de la cuestionada empresa brasileña, Odebrecht el pago de siete facturas por exorbitantes montos de más de 782,207.68 dólares a la empresa Westfield Capital, empresa del Sr. Presidente, considerado hasta hace poco por muchos operadores políticos de izquierda, derecha y centros, así como de ONGs, y Medios de Comunicación, como “presidente de lujo”, en fin.

Sociedades del Poder

Por otra parte, el problema es que la democracia sigue siendo una utopía en sociedades apegadas al ansia de Poder. Un sistema de justicia, no he dicho justicia, sino sistema de justicia, no es más que una complejidad de categorías abstractas formales y burocráticas, que sirven más como fantoches para suponer que se está obrando con equidad cuando sabemos todos que el fin se da por administración de conveniencias, puesto que en sociedades donde las ansias de Poder son grandes, la justicia resulta ciega. La corrupción pasa por ser un tema espinoso para el Poder mismo que ya no da para más. Veo más una salida seria por el lado del trabajo de educación, pero no me refiero a esa trasmisión frívola de conocimientos, de cartones o títulos, que premia al mejor, al destacado, al inteligente, sin mero sentido común del deber, del valor y la responsabilidad por el otro, sino veo la posibilidad que una educación transformadora que fortalece el pensamiento crítico, racional y consecuente, puede llevarnos a ese cambio progresivo como sociedades humanas que somos. La educación libera al pueblo, es cierto, pero sobre todo le augura una posibilidad de futuro. Las niñas, los niños y los adolescentes son en buena parte, significado de ese futuro. En todo caso, prefiero más ver a un futuro ciudadano pensando y cuestionando, que a un viejo magistrado dictaminando sentencias, en fin.

Ahora bien, la ética, en el plano real, pareciera ser que es incompatible con la práctica política, tan incompatible como el abogado el es con la verdad; y el magistrado, con la justicia, ya que resulta iluso pensar que dentro de seis años de estudios seré un abogado honesto que defienda las cusas buenas cuando el Sistema no funciona así. Urge de gente con determinación propia consciente de su propia libertad y sin remilgos de dependencia, a veces patética, en fin.

Educación y consciencia

Escribo esto, y vuelvo a pensar, cada vez con más certidumbre que estamos viviendo tiempos históricos, los mismos que quedarán reflejados en los libros de historia de nuestros hijos en el futuro, y hoy la esta misma historia, nos pide una posición, sin duda, habría que caber esta, en dos premisas, por un lado, el fortalecimiento urgente del pensamiento crítico desde las escuelas, y eso tiene una palabra EDUCACIÓN, y por otro lado, empezar a trabajar sobre el sentido de la consciencia en la gente para que sea capaz de poder comprender que tiene que dar una respuesta contundente desde su ética propia. Lo demás, es ya a estas alturas, circunstancial. De allí, que sea necesaria empezar a pensar, como convertir la indignación en un cambio político real.

Un incierto señor presidente. FOTO: INTERNET

Lima, Perú
Víctor Abraham

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