Activismo y autodidactismo: sinónimo de maduración y poder cultural

Si la gente no quiere ser manipulada por los políticos, o engañada por otros derivados de estos, o por quienes están sobre estos, entonces TIENE QUE EDUCARSE POLÍTICAMENTE, y educarse políticamente no implica necesariamente matricularse en una escuela de Política o de Gobierno, ofertada por alguna universidad, no, sino aprender en la escuela misma misma del activismo, de la calle, de las manifestaciones sociales, de las reuniones colectivas, de los foros ciudadanos, de las asambleas, de los debates públicos, e inclusive de textos o vídeos que nuestra gran red de información multimedia nos puede acondicionar. Y aquí el autodidactismo es más que necesario. Sin embargo, sigo pensando, por experiencia propia que la calle es la mayor aula real y concisa a la hora de corroborar nuestras propias hipótesis; como diría alguien, parafraseando, no sé si mal o bien, a Marx, "lo que no se aprende en veinte años se asimila de manera vertiginosa en pocos días". La gente tiene que sumarse a Proyectos país, o proyectos que impliquen en su estructura modos de organización colectiva y sumar, y he dicho colectiva, no empresarial. Porque una cosa es tener una empresa que funcione como organización social, clara muestra de ello, los decadentes partidos políticos existentes que se aferran a la tradición de ser elegidos teniendo como auspicio a la ignorancia o falta de interés de la gente, y otra muy diferente, organizaciones colectivas serias. Esto que afirmo, no quita necesariamente la buena intención de sus miembros de dar un cimiento de legalidad o  constitución a fin de pasar a algo más serio, de todos modos, sea como fuere, sin embargo, ha de persistir ante todo la visión social tanto dentro de sus fines como de sus misiones destinatarias. Ahí tienen ustedes la Editorial Minerva de José Carlos Mariátegui, bajo cuyo sello se editara la trascendental revista Amauta, a inicios del siglo pasado, en fin.

Así, tenemos que "la conquista del poder cultural", como diría Antonio Gramsci, "es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada". Y pienso que es cierto, sobre todo en sociedades como la nuestra, en donde todo está por hacerse. Y al decir esto, me refiero, a que es necesario que la ciudadanía haga suyo ese poder cultural, ese poder del intelecto y de la razón, del pensamiento para criticar o cuestionar, para no dejarse manipular. Empero, como escuchara decir alguna vez a alguien, "cómo se aprende, cómo se madura políticamente"; la respuesta resultaría bastante obvia, con la inclusión en la participación en la organización social, puesto que es mejor dar el salto cualitativo todos cogidos de la mano que uno por sí mismo. El cambio es substancial y colectivo, y dentro de una organización todos suman, aunque para ello ha de ser necesario extirpar del pensamiento de los promotores, sobre todo de los más jóvenes, ese estúpido sentido estalinista de la deificación (me explico, dónde uno es amo y señor del poder, del conocimiento, de la razón, propio de la banalidad, el ego, o la miseria espiritual de la autoestima decadente). Y este es el gran problema de la izquierda de este país, cuyos promotores han llevado la noción de la organización al límite de querer instituirla como su hacienda propia. Hecho, que no está alejado de la realidad, ya que posiciones como estas terminan debilitando la confianza en la colectividad, prestándose en muchos casos para la manipulación y la falta de ética y compromiso para con los demás participantes. (Tal vez por ello sea que los más jóvenes ya no quieran salir a protestar porque todo tiene sabor a metal desgastado, en una sola palabra, manipulación. Hecho totalmente comprensible).

Aprendizaje por activismo

Hecho totalmente comprensible, sin embargo, no debemos caer en el formal nihilismo de la abstracción purista y esnobista, no, hay que seguir sumando, buscando nuevos espacios, o en todo caso formarlos, o afianzar los ya formados. Al final todo suma al proceso de la conscientización. De allí que siempre me esté preguntando continuamente, por qué la gente no se suma a proyectos reales de organización cuando lo tienen en frente, por qué cada vez la desproporción es más alta entre quienes resultan estafados o manipulados, y quienes salen a protestar en una manifestación por hacer respetar sus derechos. O cómo diría, Juan Carlos Monedero, "¿Cómo se explica que haya menos manifestantes que desempleados, menos estudiantes enfurecidos que alumnos universitarios expulsados por la subida de tasas y la bajada de becas? ¿Por qué saltamos por la ventana en vez de entrar por la puerta?"

Son preguntas que tal vez nos volverían a llevar otra vez a esa tesis del aprendizaje y la maduración a través del activismo en las calles. Expongo esto, y vuelvo otra vez a citar las palabras del autor de Cuadernos de la cárcel, “lo nuevo no acaba de nacer, y lo viejo no termina de morir”.

Lima, Perú
Víctor Abraham

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