Una fiesta convertida en tragedia, una confusa intervención policial y un golpe anímico y moral a la población.
A estas horas de la noche, se piden rondas
urbanas para imponer mayor orden, se justifica la muerte de jóvenes que al margen
de todo son personas de a pie. Se vuelve a dividir al país entre quienes tienen
miedo y quienes resisten al miedo, entre quienes siguen sosteniendo las
mentiras y la figura del Gobierno, merced del Covid-19 y quiénes van dándose
cuenta del trasfondo real. También esto sucede
justo cuando se supone debería aclararse temas como el contrato ilegal de 1,6
millones de soles con Hidroenergía, por parte del padre de la ministra de
economía María Antonieta Alva, la entrega del gobierno de 45 millones de soles a
municipios para la adquisición de protectores faciales (otra gran estafa), la
denuncia penal al presidente Martin Vizcarra por delito de genocidio, la suspensión
del proyecto en favor de los aportantes de la ONP, el financiamiento de los
partidos políticos, los 6 000 voluntarios que exige el gobierno para la realización
de los ensayos clínicos que empieza mañana lunes 24, y que no esconden otra
verdad que el hecho de que se va a experimentar con la gente, pero sobre todo,
y es lo más lamentable, sucede justo ahora, cuando ya la ciudadanía estaba tomando
valor para volver a las calles, para
vencer el miedo y el temor a tanta psicosis generada por los mismos medios de
comunicación que otra vez vuelven a
jugarle en contra a la población. El Poder vuelve a confinar a los peruanos,
los convierten en más obediente a la fuerza.
La población es reorientada a
buscar culpables entre sus mismos conciudadanos haciéndole creer que la culpa
es de la misma gente. Esto linda con el plano que se llama sentido común y
justicia. No era intervención de una banda criminal, estos eran jóvenes trabajadores
que vivían en lugares aledaños a la zona industrial, o en el mayor de los casos
eran vecinos de la zona. Muchos aseguran que el operativo
fue 9.20 pm (Esto, probablemente llevó a muchos de los presentes en la fiesta a pensar
que faltando 20 minutos podrían tomar un taxi con destino a sus casas, ya que
nadie en su sano juicio va a exponerse a un toque de queda donde es sabido que
toda garantía constitucional está suspendida). Se habla que la empresa organizadora llevó una orquesta. ¿No
es raro eso acaso? ¿Qué orquesta va a exponerse a una más que segura intervención
policial? Se habla que el costo de la entrada fue de 10 soles (Un anzuelo, tal
vez perfecto). ¿No es acaso que así nos han formado?, dicen algunos. ¿Muchos no
estamos acostumbrados a tomar en fiestas acaso?, dicen otros. Se tilda a los
agraviados de fiesteros irresponsables,
pero… por qué, por ejemplo si el Gobierno no está de acuerdo con esto propone de
una vez por todas una ley seca general y restringe a la misma Backus la
comercialización de licores, o a otras, llámense Ron Pomalca o Cartavio.
¿Se podría hablar de que todo esto fue sembrado? Todos los sábados los vecinos de la zona se quejaban y la policía nunca intervino, ni serenazgo ni municipalidad. ¿O estaba preparándose con alevosía el momento preciso para hacer de esto una psicosocial más? Todos han estado ebrios, eso es lógico y muy probablemente hasta pudo haber circular droga. Pero esto no amerita a qué se le eche la culpa a la gente y menos, se haga escarnio con los decesos. Hayan tenido algo de culpa o no, son gente del pueblo, víctimas de una psicosocial que intentó montar la PNP la noche de ayer y que por lo visto se les escapó de las manos. Esto ha trascendido a nivel internacional, según BBC Mundo, varios testigos han denunciado que sí hubo accionar de bombas lacrimógenas y disparos por parte de la PNP. Haya o no haya sido, la pregunta vuelve a ser, ¿qué pudo haber generado ese desorden que sumado al trago y al estado de ebriedad generó el amontonamiento? Incluso una joven hablaba de que ya había presencia de ternas.
Parece increíble, pero a estas
alturas todo toma forma de pensar que esto se dio para que los ciudadanos de a
pie entendamos qué es lo que sucede con quienes desafiamos a la autoridad. ¿Hubo
necesidad de generar muertos para que las personas entendiéramos la dimensión
de la desobediencia civil? Inclusive no se deshecha la posibilidad que esos licores
bebidos fueron adulterados, además se
habla de 23 detenidos, de los cuales 15 resultaron
infectados con covid-19. He allí la explicación del por qué la asfixia fue
mayor. Esto nos deja la sensación de que se vuelve a atomizar al pueblo una vez más, que al final, según se oficializa
es este mismo quien tiene la culpa de sus propias acciones.
Esto no debe ni puede quedar
impune. Un estado de emergencia no justifica acabar con la vida de las
personas. Cómo refiere un joven dentro del mundo de las redes a estas horas de
la noche, "Dieron a entender que si no respetamos
las reglas, ¿nos matan?".
Comentarios
Publicar un comentario