#GDProyectoDePais| 18 de Septiembre: 'Venceréis, pero no convenceréis'

“Tras el debate, este viernes los votos a favor apenas llegaron a 32: los únicos que respaldaron la vacancia del presidente de la República fueron las bancadas del Frepap y Unión por el Perú, a quienes se le sumaron: Orlando Arapa y Luis Carlos Simeón Hurtado (Acción Popular), Martha Chávez (Fuerza Popular) y César Gonzales (Somos Perú)”. (Martín Hidalgo Bustamante)

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Escribe Víctor Abraham

'Venceréis, pero no convenceréis', dijo una vez Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca al franquista José Millán-Astray, y esta frase se aplica ahora. En un mundo donde la justicia y la verdad pueden ser suplantadas por la injusticia y la mentira, producto del poder de democracias fácticas instaladas en gobiernos, merced de fanáticos redentores, paupérrima educación en valores y necesidad de conseguir dinero a como de lugar, no caben tribunales para gente que tiene las llaves de las cárceles, que es capaz de comprar voluntades de quiénes representan a ese intento fallido de sentirse escuchados, que entra y sale por las puertas de la indecencia, la desfachatez y lo grotesco, y sin embargo, paradójicamente, resulta aplaudido y aclamado. ¡En qué sociedad podemos estar viviendo!

En qué sociedad estamos viviendo, repito, o  lo que puede ser peor, qué sociedad estamos dispuestos a dejar a nuestros hijos como herencia. ¿Acaso esta? Pensamos en el presente, en el objetivo a mediano plazo, pero se carece de visión a largo plazo, de construcción paciente y permanente, de pensamiento a futuro. Se habla de unidad, pero esta es una utopía en sociedades ya descompuestas moralmente. La democracia que vivimos es una democracia del Poder que destruye todo y arrasa con todo, no solo con la conciencia que compra, sino con la fe que quebranta y los actos que atomiza.

Nos queda esa duda de saber si estamos o no preparados como individuos para confrontarnos con esta fuerza voraz y violenta que no dispara con tanques, bombas o metralletas, al menos así está quedando demostrado, sino con palabras, con ideas deformadas y sádicas que le hacen creer a la gente que se puede ser más feliz y estar más seguro siendo controlados que siendo libres y dueños de sus actos. Una sociedad infantil e inmadura, miedosa y resignada donde medios de comunicación fraguados y clases políticas turbias y desleales, nada serias ni comprometidas con ideales de la nación hacen y deshacen, no solo de los derechos de las personas, sino de sus futuros y el de sus hijos.

No puedo quedarme callado. Necesito decir cómo veo el orden de las cosas. 18 de Septiembre del 2020, y quizás días previos a este. Todo. Todo quedará marcado en la historia del país como el día en que la categoría de ignorancia, la corrupción ya no solo económica, sino moral quedó instalada y para siempre en el corazón de los presentes y futuros peruanos, merced de la frágil autoestima que ese día terminó por romperse. El patriotismo ha sido reemplazado por el temor, por la servidumbre. Se le hizo creer a la población que el fin justificaba a los medios, que no podíamos quedarnos sin ser gobernados, que el nombre de “El Perú” había mantener la democracia, la institucionalidad, la gobernabilidad, conceptos tan manoseados que los políticos y tecnócratas jamás dudan en usar para arrancarnos la vida.

Qué sociedad estamos dispuestos a dejar a nuestros hijos como herencia. ¿Acaso esta? / Foto: Red


Todo está consumado, nada hay por hacer que no pueda pasar primero por la aprobación del Poder. A la luz de los hechos, se miente cuando se dice que la organización del pueblo es la respuesta. Eso no es cierto, porque detrás de toda organización hay manipulación. Quienes cargan sobre sus hombros un proceso emancipador son los caudillos que empujados por ese pueblo que dicen representar terminan atribuyéndose el poder de este en beneficio particular. Nace un nuevo Poder. Sin embargo, sí es posible una emancipación de la masa, y esta radica cuando se libera así misma, se autodetermina, autoeduca y autoinstruye, deja de depender de otros para convertirse en sujeto único de sus propias decisiones, cuando crece y entiende que no hay mayor escuela de formación moral y política que su propia familia. Porque al final, parafraseando a Sartre, cada ciudadano es su propia libertad.

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